Cine, Dientes y Dentistas

Web sobre la relación del cine con los dentistas, los dientes y el mundo de la odontología


Midnight in Paris ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?

cartelMidnight_in_ParisAÑO: 2011

DIRECCIÓN: Woody Allen

INTÉRPRETES: Owen Wilson, Rachel McAdams, Marion Cotillard, Michael Sheen, Kathy Bates, Carla Bruni

FOTOGRAFÍA:  Darius Khondji

MÚSICA: Varios

NACIONALIDAD: EE.UU

DURACIÓN: 96 minutos

Un joven literato sale a pasear todas las noches solo por París en busca de inspiración. A las 12 en punto se produce un hecho curioso y él es trasladado al pasado, donde tiene oportunidad de conocer a grandes artistas, escritores, pintores y personajes famosos de otras épocas. Poco a poco, nuestro protagonista va alejándose de su vida real, que considera mediocre y aburrida. Y cada noche se siente más atraído por esa magia que le permite ser transportado en el tiempo y conocer a grandes personalidades de otros siglos.

Esto le va llevando hacia periodos de la historia que le han fascinado y que nunca hubiera soñado poder visitar. Muchos de nosotros, en algún momento, paseando por las calles de una gran ciudad, hemos podido llegar a sentir esa fascinación… Por aquí paseó Monet, Rodin, Sartre, etc. y todos, en mayor o menor medida, tendemos a idealizar ciertos momentos históricos en los que grupos de intelectuales, generalmente sin dinero, se reunían, discutían, arreglaban el mundo a su manera, alrededor de un café. Y resultó que muchos de aquellos hombres han sido reconocidos después como auténticos genios.
¿Nos gustaría de verdad volver a vivir en una determinada época del pasado? En un momento de la película, el protagonista, Owen Wilson, nos cuenta una pesadilla que ha tenido. Y es aquí donde aparecemos los dentistas. En efecto, el joven sueña que vive en otro tiempo y que tiene que ir al dentista, solo que en ese momento no había anestesia… El protagonista se despierta angustiado ante esa experiencia tan traumática. Así que este simple detalle nos lleva ya por el camino de la realidad. Los tiempos pasados no fueron mejores. No creo que a nadie le gustase vivir en un periodo en el que no existiera la anestesia: ni como dentista ni como paciente.


Gravity, De Alfonso Cuarón

AÑO: 2013

DIRECTOR: Alfonso Cuarón

INTÉRPRETES: Sandra Bullock, George Clooney, Phaldut Sharma 

FOTOGRAFÍA:  Emmanuel Lubezki

MÚSICA: Steven Price.

NACIONALIDAD: EE.UU

DURACIÓN: 90 minutos

Gravity

 

El último trabajo de Alfonso Cuarón tiene un atractivo añadido y es que, como las nuevas tecnologías son importantes aliados para el género fantástico, Gravity ha sabido aprovechar con éxito todo lo que el 3D puede ofrecerle. Aproximadamente el noventa y nueve por ciento de la película tiene lugar en el espacio y allí el único punto de anclaje para los astronautas protagonistas es su propia nave.Porque, y de ahí el título de la película, las leyes de la gravedad adaptadas, eso sí al mundo del cine, hacen que los objetos que en la Tierra se aferran al suelo parezcan flotar en el espacio con una levedad entre lúdica e inquietante.
El argumento de Gravity es sencillo: una doctora neófita en el mundo espacial llamada Ryan Stone (Sandra Bullock) y un veterano astronauta en su última misión, Matt Kowalski (George Clooney), junto con otros compañeros, se encuentran realizando una serie de trabajos de mantenimiento en su nave. Casi de improviso la basura espacial choca contra ellos y les hace perder el control y el rumbo, dejándoles a la deriva en el espacio.
Es evidente que Gravity no es un relato centrado en el territorio de la odontología, pero también lo es que los responsables del diseño de producción no se han olvidado de la importancia que el cuidado de los dientes tiene no solo en el planeta en el que vivimos sino también en las galaxias a las que siempre hemos querido llegar. En un lugar en el que todo flota y los objetos a la deriva parece que golpean al espectador, que vive su experiencia 3D gracias a las consabidas gafas, sorprende encontrar vagando por el espacio un retenedor dental (concretamente una placa de Hawley). Se podría especular e imaginar lo que pensaron quienes decidieron colocar ese elemento junto a una colección de herramientas, tornillos, cables, objetos cotidianos y restos de naves y satélites. Seguramente cuando idearon el perfecto equipaje de un viajero espacial pensaron que, si más de una cuarta parte de la población tiene o ha tenido un tratamiento de ortodoncia, resultaría muy creíble que uno de los astronautas de la nave espacial protagonista llevara en su equipaje un aparato de mantenimiento. Así que, cuando una parte del contenido de esa nave se desperdiga por el espacio es normal que ese objeto, de uso común y reconocible por los espectadores, permanezca vagando a la deriva.
Gravity combina escenarios digitales, animación y robots, además del trabajo de unos actores cuya expresión facial queda, en la práctica totalidad de la película, oculta tras el casco espacial. Bajo una apariencia realista que podría hacernos creer que se trata de una película científica sustentada por una trama melodramática, Gravity es claramente un relato de ciencia ficción, aunque algunos elementos tan reales y prácticos como un retenedor ortodóntico contribuyan a hacernos creer que el espacio podría ser pronto nuestro segundo hogar.


II Festival de Cine y Dentistas

II CIDEUna sección como esta no puede dejar pasar un festival como el CIDE: cine y dentistas, que llega este año a su segunda edición. El año pasado tuvo lugar la primera en la que se proyectaron películas como Charlot falso dentista, Rostro pálido, Flor de Cactus, La pequeña tienda de los horrores y Martes, después de Navidad. Y milagrosamente ha sobrevivido a la desaparición de este tipo de festivales. De hecho se ha convertido en el único evento de estas características a nivel mundial ya que el único precedente anterior, como era el BDA Film Festival que tenía lugar en Londres, ha dejado de celebrarse. El CIDE, que podemos clasificar como el festival de cine más extraño del mundo, pretende acercar al público el mundo de la odontología mostrando el papel que han jugado los dentistas desde sus orígenes. Durante todo el mes de febrero en Pamplona, hemos podido asistir a la proyección de cuatro películas. El CIDE nos ha ofrecido un recorrido cronológico partiendo de la figura de los dentistas en el cine mudo y llegando hasta la realidad de las clínicas odontológicas del siglo XXI. Hemos podido observar la evolución tanto del propio profesional como los cambios en su lugar de trabajo, los avances de la odontología y la propia vida privada de estos personajes.

El día 7 de febrero se proyectó Avaricia (Dirección: Erich von Stroheim e Intérpretes: Gibson Gowland, Zasu Pitts, Jean Hersholt) con música en directo del pianista Jonathan Hurtado, que además compuso la partitura que acompañó durante más de dos horas a esta película muda rodada en 1924. Este filme nos permite ver cómo era una consulta a principios del siglo XX; podemos observar el tipo de sillón y la práctica odontológica en EE. UU. en aquella época. Además de estos detalles, la película trata el tema tan actual del intrusismo puesto que nuestro protagonista, que ha aprendido el oficio junto a un dentista, realmente no es un profesional titulado. En un momento determinado le llega una denuncia del equivalente a los colegios actuales y se ve obligado a cerrar la consulta (ojalá actualmente nuestras instituciones fuesen tan eficientes en la lucha contra el intrusismo).
El viernes 14 de febrero asistimos a la proyección de El gran momento (Dirección: Preston Sturges e Intérpretes: Joel Mc- Crea, Betty Field, Harry Carey). Una película de 1944 que nos cuenta la vida del Dr. Morton. Este hombre abandonó la medicina por falta de medios económicos para costearse la carrera y se convirtió en dentista. Su profunda sensibilidad y sus ansias de saber le llevaron a investigar y a brindar a la humanidad uno de los inventos que más ha aliviado el sufrimiento humano: la anestesia.
El viernes 21 de febrero se proyectó Sonrisas de New Jersey (Dirección: Carlos Sorín e Intérpretes: Daniel Day-Lewis, Mirjana Jokovic, Gabriela Acher) del año 1989. La película trata sobre el viaje en moto de un dentista por la Patagonia predicando a quien le escuche la necesidad de la higiene bucal. Trata un tema muy actual, y en el que muchos dentistas también estamos implicados, como es la prevención, la solidaridad y el trabajo social.
Para clausurar el festival, el 28 de febrero se proyectó La vida secreta de un dentista (Dirección: Alan Rudolph e Intérpretes: Campbell Scout, Hope Davis, Denis Leary). Esta película, del año 2002, nos permite ver el aspecto actual de nuestras consultas y en comparación, ver cómo ha evolucionado la práctica odontológica desde casi los principios hasta el siglo XXI. La película trata de una pareja que además de su vida personal también comparte consulta dental. Ambos han alcanzado los sueños que tuvieron en la universidad. Se han casado, tienen tres maravillosos hijos, un hogar tranquilo y un trabajo que les gusta en una clínica compartida. A partir de ahí surgirán los problemas.
Para completar este magnífico festival tuvimos la suerte de asistir al homenaje que, el viernes 21 de febrero, se realizó a Vicente Aranda (Barcelona, 1926), unos de los grandes realizadores del cine español, a quien se reconoció con el galardón de primer premio CIDE. Aranda comenzó su carrera en 1966 con la película Fata morgana, un filme inscrito en la llamada escuela de Barcelona. Posteriormente dirigiría La novia ensangrentada (1972) o Clara es el precio (1974). Muchos de sus trabajos cinematográficos parten de adaptaciones de obras literarias como La muchacha de las bragas de oro (1980), a partir del libro del mismo título de Juan Marsé o Asesinato en el comité central (1982) basada en la novela de Manuel Velázquez Montalbán. En 1983 adaptó la novela policíaca Prótesis de Andreu Martín convirtiéndola en Fanny Pelopaja. Tras la entrega del galardón se proyectó un fragmento de dicha película en donde las primeras imágenes muestran la prótesis dental de la protagonista.
El festival finalizó el 28 de febrero con un acto muy especial: la entrega de los cortos ganadores del concurso convocado por el Colegio de Dentistas de Navarra a través de este festival. La condición para participar era que el cortometraje tuviese relación con el mundo de la odontología. Fue difícil elegir al ganador, por lo cual se entregaron tres premios a los mejores cortos.
Poco a poco este festival va echando raíces, por lo que esperamos que continúe adelante.


Festival de Sitges 2013

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Cosas que solo pueden pasar en Sitges: por ejemplo, quedar a cenar en una terraza con vistas al cementerio, disfrazarse de zombie y pasear por la calle cruzándote con familias “normales” que salen de paseo o parecer tú mismo un zombie, sin necesidad de maquillaje, ya que si intentas aprovechar al máximo lo que Sitges te ofrece entrarás al cine a las 8,30 de la mañana y saldrás a las 17 del día siguiente sin apenas tiempo de dormir, ducharte y tomar un café. Tus comidas serán solo bocadillos entre una película y otra. Por tanto, entre la falta de sueño, la inadecuada alimentación y la sobredosis cinematográfica, al cabo de tres días, estarás pálido, demacrado, con los ojos inyectados en
sangre y caminarás con dificultad después de tantas horas doblado en tu butaca. Lo que te decía: un zombie. Eso sí, un zombie feliz y desesperado a la vez.

Feliz por todo lo que ves, desesperado por todo lo que te pierdes. Sitges exhibía este año 333 películas, en varias salas, así que suponiendo que ni comas, ni bebas, ni duermas y estés los diez días que dura el festival, no podrás ver ni un tercio de lo que allí se te ofrece.
Pero sin desanimarnos, otro año más, “Cine, dientes y dentistas” se acercó a este evento donde sabíamos de antemano que las referencias “dentales” serían inevitables. Nada más llegar, y como siempre, Ángel Sala, el director de este magnífico festival se acercó a saludarnos: Sitges se ha convertido en la cita indispensable del año. En esta ocasión, la imagen que publicita el festival se inspira en La semilla del diablo de Roman Polanski.
Algunas de las películas:
Byzantium (dirigida por Neil Jordan e interpretada por Gemma Arterton, Saoirse Ronan y Sam Riley): va de vampiros. Esperábamos ver colmillos afilados pero nos encontramos con una variante de esta especie que no conocíamos. En lugar de crecer los colmillos, lo que crece es una uña con la que nuestras protagonistas seccionan las arterias de sus víctimas para luego beberse delicadamente su sangre.
En Rigor Mortis (dirigida por Juno Mak e interpretada por Chin Siu-ho, Kara Hui y Richard Ng), nos espera otro vampiro, esta vez asiático, y también bastante alejado de nuestros tópicos. Descubrimos poco a poco que el anciano que se ha caído por las escaleras y ha muerto va a ser resucitado como vampiro utilizando la magia negra de uno de los habitantes del edificio de apartamentos donde se desarrolla la película. Uno de los detalles que hará sospechar de su desaparición es su diente de oro que uno de los protagonistas encuentra en la escalera.
En The zero Theorem (dirigida por Terry Gilliam e interpretada por Christoph Waltz, Mélanie Thierry y David Thewlis), nuestro extraño protagonista, en su desesperada búsqueda del sentido de la vida, no olvida cepillarse los dientes y desde luego se cepilla también la lengua.
En A glipmse inside the mind of Charles Swan III (dirigida por Roman Coppola e interpretada por Charlie Sheen, Jason Schwartzman y Bill Murray), Charlie Sheen, que interpreta el papel de un publicista, tiene un cepillo de dientes gigante en su despacho, se pasa la seda dental en una escena y se queja de que su novia, que le ha abandonado, era más cariñosa con sus cepillos de dientes viejos que con él. Ella relata en una escena que cuando tenía que cambiar de cepillo dental, les hacía una pequeña ceremonia y los enterraba en el jardín.
Otra alusión a nuestra profesión la encontramos en la película We are what we are (dirigida por Jim Mickle e interpretada por Bill Sage, Ambyr Childers y Julia Garner), donde para identificar a un cadáver del que se van encontrando huesos, lo más relevante es un molar que realmente da pistas de que los restos enterrados eran humanos.
En The wall (dirigida por Julian Roman Pölsler e interpretada por Martina Gedeck, Karl Heinz Hackl, Ulrike Beimpold, Wolfgang Maria Bauer), son los brackets que lleva una adolescente, el rasgo más evidente que nos da, de un golpe de vista, la identidad del cadáver.
The green inferno (dirigida por Eli Roth e interpretada por Lorenza Izzo, Ariel Levy y Daryl Sabara), una película que no tardará en aparecer en las carteleras, nos muestra que la dieta caníbal no es buena para los dientes. En efecto, la hechicera, que es quien decide sobre la suerte de los cooperantes de la ONG, presenta una dentadura que da miedo.
Iremos comentando otras películas que han pasado por Sitges, por separado, pero estas pequeñas pinceladas, pueden servir para animar a los amantes del género a acudir a Sitges. No os perdáis el Festival de 2014.


Martes, después de Navidad

martes-desp-navidad22-bAÑO: 2010

DIRECTOR: Radu Muntean

INTÉRPRETES: Alexandru Baciu, Razvan Radulescu, Radu Muntean

FOTOGRAFÍA: Tudor Lucaciu

MÚSICA: Electric Brother

NACIONALIDAD: Rumanía

DURACIÓN: 100 minutos

No es muy frecuente pero, de vez en cuando, una película rumana se “cuela” en la cartelera. Teniendo en cuenta que en Rumanía se producen menos de una docena de películas al año no es extraño que los estrenos rumanos sean toda una rareza. Lo que sí es sorprendente es que, con tan escaso nivel de producción y con una escuálida cuota de pantalla en su país, se pueda hablar de un “nuevo cine rumano” o que sus jóvenes realizadores no vuelvan con las manos vacías cuando sus trabajos se presentan en festivales internacionales, Cannes incluido.
Uno de los primeros en abrir esta nueva etapa en 2005 fue Cristi Puiu, que sorprendió con La muerte del señor Lazarescu (premio Un Certain Regard). Dos años después, Cristian Mungiu obtenía la Palma de Oro Con 4 meses, 3 semanas, 2 días. Pero a sus nombres hay que añadir unos cuantos más como el de Corneliu Porumboiu, director de 12:08 East of Bucharest (2006), Cristian Nemescu responsable de California Dreamin’ (2007), Florin Serban realizador de Si quiero silbar, silbo (2010), Radu Jude y La chica más feliz del mundo (2009) o Catalin Mitulescu, ganador de una Palma de Oro por su corto Trafic (2004), y que volvería a Cannes con ¿Cómo pasé el fin del mundo? (2006) y con Loverboy (2011).
Todos estos directores tienen unas cuantas cosas en común, además de su nacionalidad, y es que nacieron a partir de finales de los 60; lo que significa que cuando Ceaucescu fue ejecutado en 1989 su carrera creativa no había comenzado, y todos vivieron su infancia, y algunos su primera juventud, durante la dictadura. Además se enfrentan a sus proyectos generalmente con presupuestos
muy bajos que compensan con la gran calidad de sus actores y con la precisión de unos guiones que, en todos los casos mencionados, han sorprendido tanto a la crítica como al público.
En este contexto Radu Muntean, el director de Martes, después de navidad, cumple como los anteriores con todos los requisitos, aunque su singularidad proviene del hecho de haber empezado en el territorio de la publicidad. Como los demás, él también ha hablado a través de su cine de la dictadura en Rumania e incluso de aquel representativo 22 de diciembre de 1989 en el que Ceaucescu trató de escapar y fue atrapado para ser ejecutado unos días más tarde. La película se titulaba El papel será azul(2006). Después vendrían títulos como Boogie o Martes, después de navidad, centrados principalmente en las relaciones vitales contemporáneas. Esta última recibió los premios a la Mejor Película y al Mejor Actor y Actriz en el Festival de Cine de Gijón 2010.
Curiosamente para hablar de esos nuevos rumanos del siglo XXI, con sus problemas, sus alegrías y sus frustaciones, Muntean convierte en dentista a la protagonista femenina de Martes, después de navidad. Joven, desinhibida e independiente, Raluca, comparte con otra compañera una consulta odontológica. Su relación con Paul, un hombre casado al que ha conocido en su propio consultorio a donde él lleva a su hija, resulta natural, abierta y plena, pero en su historia de amor no están ellos solos. Precisamente es en la consulta de Raluca donde se encontrarán los tres, en torno al sillón en el que la hija de Paul y de Adriana, su mujer, se somete a una revisión. Muntean los retrata a todos en ese lugar blanco y aséptico. A partir de ese momento se irán levantando las cartas. Faltan pocos días para que llegue la navidad y es tiempo de regalos y de familia, pero los personajes de Muntean están inmersos en su propio laberinto. La historia de esta dentista enamorada forma ya parte de ese cine rumano que con pocos medios y mucho talento se ha hecho un hueco en el panorama europeo.


Pacific Rim

pacific_rim_22085 AÑO: 2013

DIRECCIÓN: Guillermo del Toro

INTÉRPRETES: Charlie Hunnam, Idris Elba, Rinko Kikuchi,
Charlie Day, Diego Klattenhoff, Burn Gorman, Max Martini, Robert Kazinsky, Ron Perlman, Santiago Segura

MÚSICA: Ramin Djawadi

NACIONALIDAD: Estados Unidos

DURACIÓN: 131 minutos

 

Desde hace veinte años no sorprende descubrir a Ron Perlman en una película de Guillermo del Toro. Este actor, de rasgos inconfundibles, ha trabajado con el realizador mexicano en proyectos como Cronos, Blade II o Hell Boy I y II.

Para quien no le venga su rostro a la cabeza, bastará con que piense en él con el rostro teñido de rojo y unos cuernos cortados en la frente dando vida a ese demonio creado para el cómic por Mike Mignola y llevado al cine por del Toro.

Perlman ha sido la Bestia en La Bella y la Bestia, el diablo rojo en Hell Boy y un hombre primitivo en En busca del fuego; ha hecho del malo de la película en títulos como Drive o Bunraku y su impactante físico resulta reconocible en decenas de títulos. A él y a Santiago Segura, Guillermo del Toro los considera un valor seguro y cuenta con ellos siempre que puede. De hecho en su última producción, Pacific Rim, ideó para ambos un peculiar negocio: vender órganos de Kaiju, unas criaturas gigantes que provienen de otros mundos y cuyo único cometido parece ser la destrucción de todo lo que se mueve en el planeta Tierra. En esa empresa, que naturalmente es ilegal, Segura trabaja como ayudante de Hannibal Chau, el personaje al que interpreta Ron Perlman, cuyo aspecto merece una detallada descripción.
La ropa de Chau, diseñada por Kate Hawley, consiste en una especie de levita de color rosa y una corbata amarilla. Lleva unos sorprendentes zapatos dorados, sobre los que del Toro reserva un chiste para quienes se quedan en la sala mientras aparecen los títulos de crédito; tiene las manos repletas de anillos de oro y se oculta tras unas gafas que le permiten disimular un ojo mutilado y una enorme cicatriz.Por si fuera poco el dorado con el que salpica toda su indumentaria, luce unos impactantes grillzs que cubren también de oro su dentadura.
Se apunta así Hannibal Chau a una moda que parece haber contagiado el mundo de la música, del espectáculo y ahora también del cine de ciencia ficción. No hace demasiados meses que el actor James Franco aparecía en Spring Breakers, una película dirigida por Harmony Korine, convertido en un personaje perverso y haciendo ostentación de unos impresionantes grillzs. Franco interpretaba a un rapero, territorio en el que hay que buscar el origen de esa práctica de cubrir los dientes con piezas de metal de diferentes formas y tamaños, y compartía con el personaje de Hannibal Chau su afición por el lado salvaje y peligroso. Aunque aquella no era una película de ciencia ficción, no deja de resultar curioso que el nombre del rapero fuera Alien.
Si Madonna, Miley Cirus o Justin Bieber se han atrevido a lucir una sonrisa metálica, estaba claro que el cine no podía pasar por alto un elemento tan poderoso visualmente como los grillzs. Aunque los dentistas los desaconsejemos y a pesar del debate estético que suscitan, parece que en la pantalla grande los grillzs, como antes los tatuajes o los piercings, se han convertido en un complemento que, de momento, lucen orgullosos sobre todo los malvados.

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360: Juego de destinos

360-cartelAÑO: 2012

DIRECCIÓN: Fernando Meirelles

INTÉRPRETES: Anthony Hopkins, Jude Law, Ben Foster, Rachel Weisz, Moritz Bleibtreu, Dinara Drukarova

FOTOGRAFÍA: Adriano Goldman

NACIONALIDAD: Reino Unido

DURACIÓN: 2012

En 1900 Arthur Schnitzler publicó una obra teatral titulada La Ronda. Se trataba de una historia coral cuyo contenido le acarreó bastantes problemas en la sociedad vienesa de la época porque tachaba de escandalosas las relaciones entre los personajes. Sin embargo, con el tiempo el esquema de La Ronda se convirtió en un modelo, a veces casi en una plantilla. Y es que Schnitzler, que había estudiado Medicina y que trabajó para uno de los maestros de Freud, proponía algo que el cine utilizaría muchas veces: los juegos cruzados de personajes cuyos destinos se van entremezclando e incluso superponiendo. Schnitzler presentaba a diez personajes, miembros de una serie de parejas algunas de las cuales se iban rompiendo y formando parte de otras hasta componer una cadena de relaciones que acababa cerrándose en sí misma.
En 1950 Max Ophuls levantó una de sus mejores películas sobre las huellas trazadas por Schnitzler. Con el mismo título que la obra teatral, La Ronda de Ophuls se representaba en un decorado artificial sobre el que la cámara se movía de unos personajes a otros en una especie de rueda de la vida donde un soldado conocía a una prostituta y tenía relaciones con una criada que a su vez caía en las redes de un señorito el cual mantenía un affaire con una mujer casada cuyo marido le era infi el con una modista enamorada de un poeta amante de una actriz a la que le gustaba un joven militar. Un resultado espectacular ratificaba la vigencia de la propuesta de Schnitzler.
Ha pasado más de medio siglo desde entonces y parece que La Ronda continúa. A Fernando Meirelles, un cineasta de origen brasileño que sorprendió hace unos años con una película titulada Ciudad de Dios y que se ha atrevido a adaptar a John le Carré (El jardinero fiel) e incluso a José Saramago (A ciegas), también le tentó esta especie de ruleta del destino. Con la obra de Schnitzler en la cabeza (aunque no en los títulos de crédito), y con el conocido guionista Peter Morgan firmando la historia, el cineasta brasileño ha dirigido 360. Juego de destinos (360, en el título original).
Los participantes en esta ronda del siglo xxi ya no son criadas, caballeros, poetas o soldados. En su lugar aparecen un ejecutivo, un mafioso, un guardaespaldas, un fotógrafo, un exconvicto, una prostituta, una estudiante, un dentista y su enfermera… y así hasta quince personajes. Lo que no ha cambiado con respecto al texto original es que seguimos estando ante un tratado sobre el amor y las relaciones humanas.
James Debbouze y Dinara Drukarova, los actores que interpretan al dentista de origen argelino y a su enfermera rusa, son dos de las piezas de este puzle en el que se enfrentan a la imposibilidad de su relación por motivos religiosos. El amor del dentista por la enfermera y de la enfermera por el dentista se pone de manifi esto en sus respectivas terapias. Allí es donde sabemos de un hombre enamorado de una misteriosa mujer con un gorro rojo y de una mujer que quiere dejar a su marido. Luego nos enteraremos de muchas más cosas; de que ella se llama Valentina y está casada con el guardaespaldas de un mafioso y que él es musulmán y su religión le prohíbe tener relaciones con una mujer casada. Y entre la aparición de la mujer del sombrero rojo y la determinante charla con el imán, una secuencia en la consulta donde ambos trabajan, donde ha surgido su amor platónico y donde acabará todo.
En La Ronda de Schnitzler todos los personajes mantenían relaciones al menos una vez. En la de Meirelles, no. Nuevos tiempos para una vida romántica globalizada en la que los dentistas también ocupan un lugar, que se mueve por cinco países diferentes, en la que sus protagonistas hablan siete idiomas y cuyo marco de relaciones se traza en tiempos de inestabilidad económica, de primaveras
árabes y del miedo al otro


Los miserables

AÑO: 2012

DIRECCIÓN: Tom Hooper

INTÉRPRETES: Hugh Jackman, Russell Crowe, Anne Hathaway, Amanda Seyfried, Eddie Redmayne, Samantha Barks, Helena Bonham Carter

FOTOGRAFÍA: Danny Cohen

MÚSICA: Claude-Michel Schönberg.

NACIONALIDAD: Reino Unido

DURACIÓN: 152 minutoslos_miserables_15949

En 1815 un presidiario llamado Jean Valjean obtiene la libertad condicional después de diecinueve años de condena por un delito menor. Aquel mismo año Napoleón Bonaparte pierde la batalla de Waterloo y los campos de esa ciudad belga se llenan de cadáveres de jóvenes soldados. En 1862 el escritor francés Víctor Hugo publica su novela Los Miserables a través de la que va siguiendo los pasos del exconvicto Valjean, mientras retrata un país en plena descomposición interna..
La adaptación musical de la obra de Víctor Hugo se estrena en París en 1980 y treinta y dos años más tarde, en 2012, Tom Hooper, el oscarizado director de El discurso del rey, acepta el reto de llevar al cine uno de los musicales de más éxito de la historia. En el reparto figuran, entre otros, Hugh Jackman (en el papel de Valjean) y Anne Hathaway (en el de Fantina).
Para conocer en profundidad a ambos personajes seguramente hay que acudir al relato literario. Víctor Hugo fue quien creó a ambos, pero también narró la batalla de Waterloo, y sobretodo habló de las miserias de un tiempo en el que la gente vendía lo que fuera con tal de sobrevivir:
-“¡Hermosos dientes tenéis, joven risueña! Si queréis venderme los incisivos, os daré por cada uno un napoleón de oro.
-¿Y cuáles son los incisivos? -preguntó Fantina.
- Incisivos -repuso el profesor dentista- son los dientes de delante, los dos de arriba.
- ¡Qué horror! -exclamó Fantina”.
Así lo contó el escritor y la verdad es que, aunque le horrorizara, Fantina vendió sus dos incisivos, porque quería salvar a su hija y necesitaba el dinero. Claro que, vendiendo sus dientes también consiguió las burlas de lo que Víctor Hugo llamaba “esos jóvenes ricos y ociosos que abundan en las ciudades pequeñas” algunos de los cuales le recordaba cada vez que la veía: “¡Qué fea eres! No tienes dientes”.
En la película de Tom Hooper los escalones que va descendiendo Fantina hasta su total destrucción se detienen en la venta del pelo y de los dientes. La fealdad que esta última práctica provocaba era evidente para todo el mundo y de ahí que alguien le recomiende al comprador de dientes que no le extraiga las piezas anteriores, para que no pierda del todo su belleza, y extraiga las siguientes, es decir premolares o molares. De esta manera al menos tendría ciertas posibilidades de seguir ganando algo de dinero dedicándose a la prostitución.
La práctica de la compraventa de dientes todavía era habitual en el momento en el que se publicó la novela original y mucho más a principios del siglo XIX. En un tiempo en que los materiales para fabricar dientes artificiales no se había desarrollado del todo, los dientes humanos eran la mejor alternativa y su precio se encarecía o se abarataba en función de la oferta y la demanda. La guerra y la paz contribuían a esa fluctuación. El campo de batalla después de la tragedia se veía como un inmenso vivero en el que obtener excelentes piezas dentales y, durante mucho tiempo, las dentaduras artificiales que ofrecían un aspecto joven y sano fueron conocidas como Dientes de Waterloo. Pero también los dientes de “los miserables” vivos como Fantina eran codiciados. En esos casos su pérdida auguraba una despedida de la juventud, de la belleza y, en último término, de las posibilidades de salir de la miseria. Así, cuando Anne Hathaway entra en ese camino sin retorno, interpretará “I dreamed a dream”, uno de los temas más conmovedores la película.

Los miserables FOTOHugh Jackman sufre la desesperación en una de las escenas de la película.


El Gran Gatsby

el-gran-gatsby-poster-finalAÑO: 2013

DIRECCIÓN: Baz Luhrmann

INTÉRPRETES: Leonardo DiCaprio, Tobey Maguire, Carey Mulligan, Joel Edgerton, Isla Fisher, Jason Clarke, Elizabeth Debicki

FOTOGRAFÍA: Simon Duggan

MÚSICA: Craig Armstrong

NACIONALIDAD: Australia y USA

DURACIÓN: 143 minutos

En 1925, el escritor norteamericano F.Scott Fitzgerald publicó El Gran Gatsby, una novela ambientada en el Nueva York de los años 20. El libro no tuvo demasiado éxito en su época pero fue redescubierto casi treinta años después, cuando ya la Segunda Guerra Mundial había terminado y el público disfrutaba imaginando que hubo un tiempo pasado que sonaba a jazz y en el que las noches eran interminables.
Protagonizada por Nick Carraway, que representa al propio novelista, el verdadero motor del libro es Jay Gatsby, un misterioso personaje que provoca la curiosidad del escritor y que comparte negocios no demasiado limpios con Meyer Wolfsheim, un “judío bajito y de nariz aplastada”, como se le describe en la novela. En uno de los encuentros que se produce entre Carraway y Wolfsheim la descripción literaria se detiene en un curioso detalle:
-Veo que está mirando mis gemelos. (No lo estaba haciendo, pero ahora sí los miré. Estaban hechos de unos pedazos de marfil que me eran extrañamente familiares).
-Los más finos especímenes de molares humanos –me informó.
-¡Vaya! -los examiné–. Es una idea interesante..
Ni Jack Clayton, en la versión que hizo de El Gran Gatsby para el cine en 1974, ni Baz Luhrmann en la que ha realizado en 2013, pasaron por alto este complemento del vestuario de Wolfsheim. Al fin y al cabo el personaje estaba directamente inspirado en un de los gángsters más importantes de la historia de Estados Unidos, Arnold Rothstein, un judío norteamericano poseedor de una gran fortuna, protagonista de numerosos escándalos y uno de los pesos pesados del crimen organizado en los años 20. Rothstein tenía fama de cuidar muy bien su aspecto y de llevar gemelos con sus iniciales pero, posiblemente por darle un toque más inquietante, Fitzgerald los transformó en aquellos dos molares con los que el gángster sujetaba los puños de su camisa.
Howard Da Silva, el actor que daba vida a Wolfsheim en El Gran Gatsby de 1974, se remangaba las mangas de su chaqueta y mostraba orgulloso a Nick Carraway, cómo lucían sus singulares gemelos. El detalle debió gustarle especialmente a Luhrmann y en la versión de 2013 el director de Moulin Rouge y de Australia no lo desaprovechó. Cuidadoso hasta el límite con todos los aspectos de vestuario y decoración, Luhrmann quiso darle un toque todavía más personal al gángster diseñando para él un alfiler de corbata en forma de diente, en el que es difícil no reparar.
Amitabh Bachchan, el actor de origen indio que interpreta a Wolfsheim en este último Gran Gatsby protagonizado por Leonardo di Caprio, luce orgulloso una pieza dental sobre su corbata roja, un detalle más estremecedor si cabe que los gemelos, ya que añade más sombras al peligroso atrevimiento y provocación de quien lo lleva. El particular complemento no se oculta bajo las mangas de ninguna chaqueta, es una evidencia, un botín, un complemento que muestra sin reparos que quien lo lleva se sabe poderoso. Wolfsheim se ha condecorado a sí mismo con un trofeo pequeño pero capaz de sorprender e inquietar a quien lo ve. Ese fino espécimen de molar humano, que diría Fitzgerald, es un extraño adorno para una corbata, aunque sea la corbata de un gángster.

el gran

Wolfsheim (Amitabh Bachchan) y Carraway (Tobey Maguire) protagonizando uno
de los momentos literarios más curiosos del filme.


Tomboy

AÑO: 2011 tomboy-cartel

DIRECCIÓN: Céline Sciamma

INTÉRPRETES:  Mathieu Demy, Sophie Cattani, Zoé Héram, Malonn Lévana, Jeanne Disson

FOTOGRAFÍA: Crystel Fournier

MÚSICA: Para One

NACIONALIDAD: Francia

DURACIÓN: 84 minutos

La cineasta francesa Céline Sciamma podía haber titulado su segundo largometraje Garçon manqué, que es como se define en francés lo que en castellano llamaríamos “marichico” o en inglés tomboy. Pero prefirió llamarla con esta última denominación, tomboy, porque era un término más neutro y que carecía de las connotaciones de “chico fallido” o “chico equivocado” con las que habría que traducir la defi -nición francesa.
Y es que Laure, la protagonista de Tomboy, no es un niño que erróneamente ha nacido niña. Laure es una niña que aprovecha las facilidades que le proporciona un cambio de domicilio y una nueva vida, para presentarse ante sus nuevos amigos como Mickäel y así entrar a formar parte del grupo con un género distinto.
A sus diez años, el aspecto físico de Laure todavía le permite jugar al engaño. Simplemente con cortarse el pelo y ponerse la ropa amplia que le gusta, puede ser Mickäel durante el tiempo que dure el verano, hasta que tenga que ir a su nuevo colegio y deba darse a conocer con su auténtica identidad.
Pero el verano tiene otros inconvenientes y en bañador es más fácil distinguir un cuerpo femenino de otro masculino, aunque eso no tiene por qué ser un problema irresoluble. Para Laure esas diferencias no son sino pequeños pormenores que va resolviendo sobre la marcha, y las soluciones se encuentran, frecuentemente, en el mundo de los juegos, que es donde se suele habitar a su edad. Los trozos de plastilina con los que juega su hermana pequeña le sirven para crear el bulto que necesita que aparezca bajo su bañador de niña cortado a la altura de la cintura. Nada parece demasiado complicado. Mickäel
juega al fútbol, se enamora de una niña del grupo, cuida de su hermana y mantiene una dulzura que no está reñida con ningún género. Sciamma, que ya había retratado adolescentes en su primera película, Water Lillies, y en su cortometraje Pauline, reivindica para Laure un mundo propio en el que la protagonista tenga la posibilidad de reinventarse en cada detalle.

VIAJE DE IDA Y VUELTA
Así, Tomboy traza un viaje de ida, en el cual Laure ve una posibilidad de ser Mickäel, y otro de retorno, en el que la evidencia se impone. Entre ambos caminos Sciamma muestra a la protagonista en su habitación, después de un día de juegos en el río, abriendo una cajita con la figura de un ratón en la tapa. Es lo que queda de los primeros años de Laure: una colección de dientes de leche. Allí, junto a aquellos pequeños dientes efímeros, descansará a partir de ahora el trozo de plastilina que, durante una tarde llena de juegos y de risas, le ha permitido representar un sexo diferente. La caja de los dientes de leche es patrimonio del Ratoncito Pérez y todo el mundo sabe que eso forma parte del mundo de los cuentos y de la fantasía. Laure tiene solo diez años, pero es consciente de que Mickäel también
pertenece a ese territorio y que su existencia, como pasa con los cuentos, tiene su colorín colorado, aunque no comprenda porqué tiene que ser así.
Las miradas y la forma de estar de la joven actriz Zoé Héran son los principales elementos con los que cuenta Céline Sciamma para exponer su historia. Junto a ella el pequeño mundo que forma la familia y el grupo de amigos de la protagonista, expresa sin estridencias el malestar y la sorpresa por el engaño. La caja del ratoncito Pérez, de los sueños, de la infancia, se cierra. Laure tiene ya dientes permanentes y es una niña.

tomboy bañadorLaure utiliza trozos de plastilina con los que juega su hermana pequeña para crear  el bulto que necesita que aparezca bajo su bañador de niña y convertirse en Mickäel.