DIRECTOR: Woody Allen
INTÉRPRETES: Cate Blanchett, Alec Baldwin, Sally Hawkins, Bobby Cannavale, Peter Sarsgaard, Louis C.K., Michael Stuhlbarg, Andrew Dice Clay, Max Casella, Tammy Blanchard, Alden Ehrenreich
FOTOGRAFÍA: Javier Aguirresarobe
MÚSICA: Varios
NACIONALIDAD: EE.UU
DURACIÓN: 98 min
La habilidad para escribir guiones de Woody Allen ha sabido encontrar siempre una fuente de inspiración impagable en lo que le rodea. En sus películas ha retratado las calles de Brooklyn y de Manhattan y la vida de los neoyorquinos de clase media y alta, ha captado como pocos algunas de las peculiaridades de la comunidad judía y ha demostrado su interés por ciudades como Roma, París, Londres o Barcelona, a partir de sus incursiones en la vida europea durante los últimos años.
Así que no es extraño que, cuando Allen escuchó la historia de Ruth Madoff, la mujer de Bernard Madoff, sintiera que ahí había un guión. Su caso tenía todos los elementos de esas tragedias clásicas en las que Woody Allen ha basado algunos de sus mejores trabajos, comedias incluidas. La esposa de un hombre de negocios multimillonario que lo pierde todo (incluido a él, que actualmente cumple una condena de más de cien años), cuando se descubre que lo que su marido hacía no eran altas finanzas sino una estafa piramidal con miles de clientes como víctimas, le sirve a Allen para crear Blue Jasmine.
Y así aparece ese personaje de ficción, esa mujer acostumbrada a vivir en un inmenso apartamento del Upper Side y veranear en los Hamptons, que tiene que marcharse apresuradamente de Nueva York cuando su marido ingresa en prisión, y ella se ve obligada a refugiarse en la vivienda modesta de su hermana. Cate Blanchett da vida a Blue Jasmine de manera asombrosa y a su habilidad para la actuación se une la del Woody Allen guionista, capaz de inventar para ella, entre otras muchas cosas, un destino laboral en la consulta de un dentista de San Francisco que, rápidamente y sin ninguna delicadeza, se siente atraído por la dama.
A Blue Jasmine le adornan todos los tópicos que cabría esperar. No imagina un consumo que no venga firmado por un gran diseñador, ha olvidado si algunas vez en su pasado las cosas fueron diferentes y, por supuesto, todo lo que le importa se conjuga en primera persona. Con esos precedentes, y con los nervios destrozados a causa de la crisis económica y familiar, el primer trabajo que encuentra Blue Jasmine en San Francisco es como recepcionista en una consulta dental.
Parece éste un empleo en el que su aspecto, su educación y su gran habilidad para las relaciones públicas podrían serle de gran utilidad a una mujer como ella. Pero Woody Allen no está dispuesto a que las cosas resulten tan fáciles para su “heroína”. Y así el doctor Flicker será un hombre fastidioso, molesto y mucho más dispuesto a acosar a su nueva recepcionista que a percibir su elegancia o a comprender su angustia vital.
Ruina sobre ruina. De la destrucción personal y familiar, y por supuesto económica, a su choque frontal con la hostilidad en el mundo laboral personificada en un dentista con pocos escrúpulos. Allen no deja que Jasmine salga tan fácilmente del bucle en el que se ha metido y su aventura con el desatado doctor Flicker suma un peldaño más a su descenso.