Cine, Dientes y Dentistas

Web sobre la relación del cine con los dentistas, los dientes y el mundo de la odontología


360: Juego de destinos

360-cartelAÑO: 2012

DIRECCIÓN: Fernando Meirelles

INTÉRPRETES: Anthony Hopkins, Jude Law, Ben Foster, Rachel Weisz, Moritz Bleibtreu, Dinara Drukarova

FOTOGRAFÍA: Adriano Goldman

NACIONALIDAD: Reino Unido

DURACIÓN: 2012

En 1900 Arthur Schnitzler publicó una obra teatral titulada La Ronda. Se trataba de una historia coral cuyo contenido le acarreó bastantes problemas en la sociedad vienesa de la época porque tachaba de escandalosas las relaciones entre los personajes. Sin embargo, con el tiempo el esquema de La Ronda se convirtió en un modelo, a veces casi en una plantilla. Y es que Schnitzler, que había estudiado Medicina y que trabajó para uno de los maestros de Freud, proponía algo que el cine utilizaría muchas veces: los juegos cruzados de personajes cuyos destinos se van entremezclando e incluso superponiendo. Schnitzler presentaba a diez personajes, miembros de una serie de parejas algunas de las cuales se iban rompiendo y formando parte de otras hasta componer una cadena de relaciones que acababa cerrándose en sí misma.
En 1950 Max Ophuls levantó una de sus mejores películas sobre las huellas trazadas por Schnitzler. Con el mismo título que la obra teatral, La Ronda de Ophuls se representaba en un decorado artificial sobre el que la cámara se movía de unos personajes a otros en una especie de rueda de la vida donde un soldado conocía a una prostituta y tenía relaciones con una criada que a su vez caía en las redes de un señorito el cual mantenía un affaire con una mujer casada cuyo marido le era infi el con una modista enamorada de un poeta amante de una actriz a la que le gustaba un joven militar. Un resultado espectacular ratificaba la vigencia de la propuesta de Schnitzler.
Ha pasado más de medio siglo desde entonces y parece que La Ronda continúa. A Fernando Meirelles, un cineasta de origen brasileño que sorprendió hace unos años con una película titulada Ciudad de Dios y que se ha atrevido a adaptar a John le Carré (El jardinero fiel) e incluso a José Saramago (A ciegas), también le tentó esta especie de ruleta del destino. Con la obra de Schnitzler en la cabeza (aunque no en los títulos de crédito), y con el conocido guionista Peter Morgan firmando la historia, el cineasta brasileño ha dirigido 360. Juego de destinos (360, en el título original).
Los participantes en esta ronda del siglo xxi ya no son criadas, caballeros, poetas o soldados. En su lugar aparecen un ejecutivo, un mafioso, un guardaespaldas, un fotógrafo, un exconvicto, una prostituta, una estudiante, un dentista y su enfermera… y así hasta quince personajes. Lo que no ha cambiado con respecto al texto original es que seguimos estando ante un tratado sobre el amor y las relaciones humanas.
James Debbouze y Dinara Drukarova, los actores que interpretan al dentista de origen argelino y a su enfermera rusa, son dos de las piezas de este puzle en el que se enfrentan a la imposibilidad de su relación por motivos religiosos. El amor del dentista por la enfermera y de la enfermera por el dentista se pone de manifi esto en sus respectivas terapias. Allí es donde sabemos de un hombre enamorado de una misteriosa mujer con un gorro rojo y de una mujer que quiere dejar a su marido. Luego nos enteraremos de muchas más cosas; de que ella se llama Valentina y está casada con el guardaespaldas de un mafioso y que él es musulmán y su religión le prohíbe tener relaciones con una mujer casada. Y entre la aparición de la mujer del sombrero rojo y la determinante charla con el imán, una secuencia en la consulta donde ambos trabajan, donde ha surgido su amor platónico y donde acabará todo.
En La Ronda de Schnitzler todos los personajes mantenían relaciones al menos una vez. En la de Meirelles, no. Nuevos tiempos para una vida romántica globalizada en la que los dentistas también ocupan un lugar, que se mueve por cinco países diferentes, en la que sus protagonistas hablan siete idiomas y cuyo marco de relaciones se traza en tiempos de inestabilidad económica, de primaveras
árabes y del miedo al otro