DIRECCIÓN: Céline Sciamma
INTÉRPRETES: Mathieu Demy, Sophie Cattani, Zoé Héram, Malonn Lévana, Jeanne Disson
FOTOGRAFÍA: Crystel Fournier
MÚSICA: Para One
NACIONALIDAD: Francia
DURACIÓN: 84 minutos
La cineasta francesa Céline Sciamma podía haber titulado su segundo largometraje Garçon manqué, que es como se define en francés lo que en castellano llamaríamos “marichico” o en inglés tomboy. Pero prefirió llamarla con esta última denominación, tomboy, porque era un término más neutro y que carecía de las connotaciones de “chico fallido” o “chico equivocado” con las que habría que traducir la defi -nición francesa.
Y es que Laure, la protagonista de Tomboy, no es un niño que erróneamente ha nacido niña. Laure es una niña que aprovecha las facilidades que le proporciona un cambio de domicilio y una nueva vida, para presentarse ante sus nuevos amigos como Mickäel y así entrar a formar parte del grupo con un género distinto.
A sus diez años, el aspecto físico de Laure todavía le permite jugar al engaño. Simplemente con cortarse el pelo y ponerse la ropa amplia que le gusta, puede ser Mickäel durante el tiempo que dure el verano, hasta que tenga que ir a su nuevo colegio y deba darse a conocer con su auténtica identidad.
Pero el verano tiene otros inconvenientes y en bañador es más fácil distinguir un cuerpo femenino de otro masculino, aunque eso no tiene por qué ser un problema irresoluble. Para Laure esas diferencias no son sino pequeños pormenores que va resolviendo sobre la marcha, y las soluciones se encuentran, frecuentemente, en el mundo de los juegos, que es donde se suele habitar a su edad. Los trozos de plastilina con los que juega su hermana pequeña le sirven para crear el bulto que necesita que aparezca bajo su bañador de niña cortado a la altura de la cintura. Nada parece demasiado complicado. Mickäel
juega al fútbol, se enamora de una niña del grupo, cuida de su hermana y mantiene una dulzura que no está reñida con ningún género. Sciamma, que ya había retratado adolescentes en su primera película, Water Lillies, y en su cortometraje Pauline, reivindica para Laure un mundo propio en el que la protagonista tenga la posibilidad de reinventarse en cada detalle.
VIAJE DE IDA Y VUELTA
Así, Tomboy traza un viaje de ida, en el cual Laure ve una posibilidad de ser Mickäel, y otro de retorno, en el que la evidencia se impone. Entre ambos caminos Sciamma muestra a la protagonista en su habitación, después de un día de juegos en el río, abriendo una cajita con la figura de un ratón en la tapa. Es lo que queda de los primeros años de Laure: una colección de dientes de leche. Allí, junto a aquellos pequeños dientes efímeros, descansará a partir de ahora el trozo de plastilina que, durante una tarde llena de juegos y de risas, le ha permitido representar un sexo diferente. La caja de los dientes de leche es patrimonio del Ratoncito Pérez y todo el mundo sabe que eso forma parte del mundo de los cuentos y de la fantasía. Laure tiene solo diez años, pero es consciente de que Mickäel también
pertenece a ese territorio y que su existencia, como pasa con los cuentos, tiene su colorín colorado, aunque no comprenda porqué tiene que ser así.
Las miradas y la forma de estar de la joven actriz Zoé Héran son los principales elementos con los que cuenta Céline Sciamma para exponer su historia. Junto a ella el pequeño mundo que forma la familia y el grupo de amigos de la protagonista, expresa sin estridencias el malestar y la sorpresa por el engaño. La caja del ratoncito Pérez, de los sueños, de la infancia, se cierra. Laure tiene ya dientes permanentes y es una niña.
Laure utiliza trozos de plastilina con los que juega su hermana pequeña para crear el bulto que necesita que aparezca bajo su bañador de niña y convertirse en Mickäel.