Cine, Dientes y Dentistas

Web sobre la relación del cine con los dentistas, los dientes y el mundo de la odontología


Tomboy

AÑO: 2011 tomboy-cartel

DIRECCIÓN: Céline Sciamma

INTÉRPRETES:  Mathieu Demy, Sophie Cattani, Zoé Héram, Malonn Lévana, Jeanne Disson

FOTOGRAFÍA: Crystel Fournier

MÚSICA: Para One

NACIONALIDAD: Francia

DURACIÓN: 84 minutos

La cineasta francesa Céline Sciamma podía haber titulado su segundo largometraje Garçon manqué, que es como se define en francés lo que en castellano llamaríamos “marichico” o en inglés tomboy. Pero prefirió llamarla con esta última denominación, tomboy, porque era un término más neutro y que carecía de las connotaciones de “chico fallido” o “chico equivocado” con las que habría que traducir la defi -nición francesa.
Y es que Laure, la protagonista de Tomboy, no es un niño que erróneamente ha nacido niña. Laure es una niña que aprovecha las facilidades que le proporciona un cambio de domicilio y una nueva vida, para presentarse ante sus nuevos amigos como Mickäel y así entrar a formar parte del grupo con un género distinto.
A sus diez años, el aspecto físico de Laure todavía le permite jugar al engaño. Simplemente con cortarse el pelo y ponerse la ropa amplia que le gusta, puede ser Mickäel durante el tiempo que dure el verano, hasta que tenga que ir a su nuevo colegio y deba darse a conocer con su auténtica identidad.
Pero el verano tiene otros inconvenientes y en bañador es más fácil distinguir un cuerpo femenino de otro masculino, aunque eso no tiene por qué ser un problema irresoluble. Para Laure esas diferencias no son sino pequeños pormenores que va resolviendo sobre la marcha, y las soluciones se encuentran, frecuentemente, en el mundo de los juegos, que es donde se suele habitar a su edad. Los trozos de plastilina con los que juega su hermana pequeña le sirven para crear el bulto que necesita que aparezca bajo su bañador de niña cortado a la altura de la cintura. Nada parece demasiado complicado. Mickäel
juega al fútbol, se enamora de una niña del grupo, cuida de su hermana y mantiene una dulzura que no está reñida con ningún género. Sciamma, que ya había retratado adolescentes en su primera película, Water Lillies, y en su cortometraje Pauline, reivindica para Laure un mundo propio en el que la protagonista tenga la posibilidad de reinventarse en cada detalle.

VIAJE DE IDA Y VUELTA
Así, Tomboy traza un viaje de ida, en el cual Laure ve una posibilidad de ser Mickäel, y otro de retorno, en el que la evidencia se impone. Entre ambos caminos Sciamma muestra a la protagonista en su habitación, después de un día de juegos en el río, abriendo una cajita con la figura de un ratón en la tapa. Es lo que queda de los primeros años de Laure: una colección de dientes de leche. Allí, junto a aquellos pequeños dientes efímeros, descansará a partir de ahora el trozo de plastilina que, durante una tarde llena de juegos y de risas, le ha permitido representar un sexo diferente. La caja de los dientes de leche es patrimonio del Ratoncito Pérez y todo el mundo sabe que eso forma parte del mundo de los cuentos y de la fantasía. Laure tiene solo diez años, pero es consciente de que Mickäel también
pertenece a ese territorio y que su existencia, como pasa con los cuentos, tiene su colorín colorado, aunque no comprenda porqué tiene que ser así.
Las miradas y la forma de estar de la joven actriz Zoé Héran son los principales elementos con los que cuenta Céline Sciamma para exponer su historia. Junto a ella el pequeño mundo que forma la familia y el grupo de amigos de la protagonista, expresa sin estridencias el malestar y la sorpresa por el engaño. La caja del ratoncito Pérez, de los sueños, de la infancia, se cierra. Laure tiene ya dientes permanentes y es una niña.

tomboy bañadorLaure utiliza trozos de plastilina con los que juega su hermana pequeña para crear  el bulto que necesita que aparezca bajo su bañador de niña y convertirse en Mickäel.


Ralph y Norman, dos héroes incomprendidos

Hay muchos ejemplos que permiten asegurar que, por lo menos dentro del mundo de la animación, el ser o sentirse diferente proporciona bastantes puntos para convertirse en el protagonista de la historia. La afi rmación se cumple en el cine de Tim Burton, en la película sobre la hija de Drácula, Hotel Transilvania, en el viaje fantástico y solitario de Chihiro, en las aventuras del pequeño Nemo con su aleta dañada, en unos cuantos clásicos de Disney, y en muchas películas más.
En los últimos meses el cine de animación ha proporcionado, además de dos excelentes películas, dos claros ejemplos de que la singularidad es un valor añadido, aunque a veces pueda no parecérselo a quienes se sienten desplazados del resto.
No está de más hacer hincapié en esto a través del cine animado, que tanto atrae a los más pequeños, y poner así de manifiesto que todos, incluso los que no encuentran su espacio, lo tienen. Por eso Rompe Ralph! y El alucinante mundo de Norman –ParaNorman, en el título original– son dos buenos ejemplos de solitarios incomprendidos que acaban convertidos en héroes. Pero además, en ambas películas los peligros para la salud dental y la necesidad del cuidado de los dientes, se dejan ver. rompe-ralph-fondo-7

EL PELIGRO DE LOS CARAMELOS
Rompe Ralph!, de Rich Moore, está protagonizada por un personaje de videojuego de casi tres metros de alto que se dedica a romper todo lo que se pone a su alcance. A simple vista, Ralph, cuyo nombre es un homenaje a Ralph Baer, el padre de los videojuegos, es el típico villano. Pero en realidad se siente desplazado y daría cualquier cosa por convertirse en Félix, una especie de Super Mario que todo lo arregla y que es el bueno de la película. En su intento por cambiar, Ralph entra en un videojuego llamado Sugar Rush Speedway, una especie de paraíso del dulce al modo de la fábrica de chocolate de Willy Wonka. Aquí hay pozos de caramelo verde, un rey llamado Candy, un bosque de dulces, arenas movedizas de Nesquik, lianas de azúcar solidificado, una montaña de Coca-Cola que entra en erupción al contacto con caramelos ácidos y hasta una colección de galletas Oreo que trabajan como guardias reales.

Sugar Rush es un homenaje a Candyland (País de los Dulces), un clásico pasatiempo de los años 40 al que Tarantino recordó en Django desencadenado –protagonizada por un dentista–, poniéndole ese nombre a la plantación donde vive el malvado Leonardo DiCaprio. Y es que, a pesar de su atractivo colorido y su maravilloso aspecto, en el paraíso de los caramelos hay muchos peligros y Ralph nos descubrirá que el Rey Caramelo (Candy King) esconde tras su dulce apariencia una realidad mucho más perversa.

HIGIENE DENTAL TERRORÍFICA

 Y si Ralph nos advierte de los peligros para los dientes, Norman, un chico de once años que puede hablar con los zombis, nos muestra que la higiene dental es imprescindible y que, además, la puedes adaptar a tus aficiones. Sam Fell y Chris Butler, los realizadores de El alucinante mundo de Norman, dibujan para su pequeño antihéroe un despertador en forma de tumba que se abre a las 7,30 horas y un cepillo de dientes eléctrico adornado con una cabeza de monstruo. Norman se contempla a sí mismo en el espejo con la boca llena de dentífrico y el aspecto aterrador que tanto le gusta, aunque resulte un incomprendido. Después de lavarse los dientes, Norman sale a la calle como el niño tímido y apocado que todos creen que es, pero pronto se convertirá, como Ralph y como tantos otros, en el héroe que nadie imaginaba.norman1

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A Norman le gusta limpiarse los dientes con un cepillo eléctrico adornado con una cabeza de monstruo y contemplarse en el espejo con la boca llena de dentrífico.


UN DIOS SALVAJE ¿HASTA DÓNDE SOMOS CAPACES DE LLEGAR POR UN DIENTE?

AÑO: 2011 Un_dios_salvaje-769173226-large

DIRECTOR: Roman Polanski

INTÉRPRETES: Kate WinsletChristoph WaltzJodie FosterJohn C. Reilly

FOTOGRAFÍA: Pawel Edelman

MÚSICA: Alexandre Desplat

NACIONALIDAD:  Francia

DURACIÓN: 79 min.

Reconozco haber ido al cine llena de expectativas. Al fin y al cabo, se trataba de una película de Polanski. Sin embargo, confieso mi decepción, aunque en descarga del afamado director deba de decir dos cosas. La primera es que ya había visto en teatro esta obra, y es evidente que cuando se conoce el texto ya no queda lugar para la sorpresa. La segunda es que no pude ver la versión original, y algunos de los doblajes me parecieron un horror. A la pobre Jodie Foster, que ya de que por sí tiene un papel bastante dificil, la terminaron de rematar poniéndole una voz gritona que recita el texto sin creérselo en ningún momento.

Por otro lado, no he visto nada en la película que mejorase la obra teatral. Al contrario, creo no sólo que no aporta nada, sino que además la estropea. En efecto, la sensación de claustrofobia que se tiene en la obra de teatro se pierde aquí al dejar la puerta abierta al ascensor de la casa. Y resultamuy poco creíble que, a la vista del desarrollo de la polémica, los invitados vuelvan voluntariamente a entrar una y otra vez al piso donde les aguarda una discusión cada vez más enloquecida.

Pero vayamos al tema que nos ocupa en esta columna: los dientes. Todo el conflicto parte de una pelea infaltil. Siempre que un niño agrede a otro, y esto pasa todos los días en los patios de los colegios, los padres tanto delagredido como del agresor se sienten mal. Generalmente, las cosas no suelen ir mas allá de un golpe, un hematoma o, todo lo más, una herida, y todo esto cura sin dejar marcas ni cicratices. Así que los padres unas veces lo dejan pasar y otras suelen hacer que los niños pidan disculpas y asunto terminado.

Sin embargo, aquí el golpe ha sido en la boca: los labios hinchados volverán a la normalidad en pocos días, pero los dientes son otra historia. Los dos incisivos centrales superiores se han fracturado. Uno de ellos posiblemente necesite una endodoncia. Además habrá que reconstruir o poner coronas sobre esas piezas. Y queda pendiente el hecho de que el joven agredido, cuando sea mayor, pueda llegar a necesitar un implante. Y de esto, y con todo lujo de detalles, hablan los protagonistas nada más comenzar la película. El tema, además, se alargará bastante. Mencionarán varias veces al dentista que está tratando al chico y la posible evolución de los dientes y los daños que tiene. La madre del niño agredido es consciente de lo irreversible de la lesión. Aun tratados, esos dientes conservaran la marca de ese traumatismo para siempre.

Este problema, mucho más serio que un simple moratón, que perdurará en la vida del pequeño, es lo que sirve de excusa para los enfrentamientos que tendrán lugar después entre estas dos parejas. La historia difícilmente se sostendría si la pelea infantil no hubiese tenido estas consecuencias.
Está claro que aunque parezca que la sociedad no da importancia suficiente a los dientes, si que se la da cuando , por alguna causa, esos dientes pueden perderse. Otra vez, los dientes y el dentista vuelven a llevarse parte del protagonismo de la película.

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 Jodie Fostier, Kate Winslet, Christoph Waltz y John C. Reilly

protagonizan la versión cinematográfica del libro de Yasmina Rezza.