DIRECTOR: Roman Polanski
INTÉRPRETES: Kate Winslet, Christoph Waltz, Jodie Foster, John C. Reilly
FOTOGRAFÍA: Pawel Edelman
MÚSICA: Alexandre Desplat
NACIONALIDAD: Francia
DURACIÓN: 79 min.
Reconozco haber ido al cine llena de expectativas. Al fin y al cabo, se trataba de una película de Polanski. Sin embargo, confieso mi decepción, aunque en descarga del afamado director deba de decir dos cosas. La primera es que ya había visto en teatro esta obra, y es evidente que cuando se conoce el texto ya no queda lugar para la sorpresa. La segunda es que no pude ver la versión original, y algunos de los doblajes me parecieron un horror. A la pobre Jodie Foster, que ya de que por sí tiene un papel bastante dificil, la terminaron de rematar poniéndole una voz gritona que recita el texto sin creérselo en ningún momento.
Por otro lado, no he visto nada en la película que mejorase la obra teatral. Al contrario, creo no sólo que no aporta nada, sino que además la estropea. En efecto, la sensación de claustrofobia que se tiene en la obra de teatro se pierde aquí al dejar la puerta abierta al ascensor de la casa. Y resultamuy poco creíble que, a la vista del desarrollo de la polémica, los invitados vuelvan voluntariamente a entrar una y otra vez al piso donde les aguarda una discusión cada vez más enloquecida.
Pero vayamos al tema que nos ocupa en esta columna: los dientes. Todo el conflicto parte de una pelea infaltil. Siempre que un niño agrede a otro, y esto pasa todos los días en los patios de los colegios, los padres tanto delagredido como del agresor se sienten mal. Generalmente, las cosas no suelen ir mas allá de un golpe, un hematoma o, todo lo más, una herida, y todo esto cura sin dejar marcas ni cicratices. Así que los padres unas veces lo dejan pasar y otras suelen hacer que los niños pidan disculpas y asunto terminado.
Sin embargo, aquí el golpe ha sido en la boca: los labios hinchados volverán a la normalidad en pocos días, pero los dientes son otra historia. Los dos incisivos centrales superiores se han fracturado. Uno de ellos posiblemente necesite una endodoncia. Además habrá que reconstruir o poner coronas sobre esas piezas. Y queda pendiente el hecho de que el joven agredido, cuando sea mayor, pueda llegar a necesitar un implante. Y de esto, y con todo lujo de detalles, hablan los protagonistas nada más comenzar la película. El tema, además, se alargará bastante. Mencionarán varias veces al dentista que está tratando al chico y la posible evolución de los dientes y los daños que tiene. La madre del niño agredido es consciente de lo irreversible de la lesión. Aun tratados, esos dientes conservaran la marca de ese traumatismo para siempre.
Este problema, mucho más serio que un simple moratón, que perdurará en la vida del pequeño, es lo que sirve de excusa para los enfrentamientos que tendrán lugar después entre estas dos parejas. La historia difícilmente se sostendría si la pelea infantil no hubiese tenido estas consecuencias.
Está claro que aunque parezca que la sociedad no da importancia suficiente a los dientes, si que se la da cuando , por alguna causa, esos dientes pueden perderse. Otra vez, los dientes y el dentista vuelven a llevarse parte del protagonismo de la película.
Jodie Fostier, Kate Winslet, Christoph Waltz y John C. Reilly
protagonizan la versión cinematográfica del libro de Yasmina Rezza.