AÑO: 1932
DIRECCIÓN: LESLIE PEARCE
INTÉRPRETES: W.C. FIELDS, MARIORIE KANE, ARNOLD GRAY, DOROTHY GRANGER, ELISE CAVANNA, ZEDINA FARLEY
FOTOGRAFÍA: JOHN W. BOYLE(B&W)
PRODUCCIÓN: MACK SENNETT COMEDIES
NACIONALIDAD: EE.UU
DURACIÓN: 21 MINUTOS
Echando un vistazo a la ficha técnica de The dentist se puede observar que el personaje principal es el mismo que el guionista de la historia. Es decir que W.C. Fields se imaginó a sí mismo como ese dentista despistado, irascible y un poco temerario cuya hija quiere casarse con un pretendiente que no le gusta al padre y que, para evitarlo, decide encerrar a la chica en el piso superior de su consulta con los consiguientes problemas que esto le acarreará.
Al dentista creado por Fields le gusta jugar al golf, un deporte que el propio guionista incluyó en varios de sus trabajos anteriores y posteriores. En 1930, en The Golf Specialist, W.C. Fields (cuyo nombre completo era William Claude Dukenfield) situaba a los principales personajes de un relato detectivesco en un campo de golf donde ocurría una buena colección de situaciones disparatadas. Pero incluso antes de aquel cortometraje, la vinculación de Fields y el golf se puede rastrear en los numerosos números de humor que protagonizó sobre los escenarios de Broadway y dentro de los llamados Ziegfeld Follies. En su historial incluso se puede encontrar un corto realizado con una leyenda del golf, Bobby Jones. En The dentist el fuego de golf y el desempeño de la profesión de dentista se reparten los gags.
No es tan fácil determinar el por qué del interés de W.C. Fields por los dentistas, aunque de su afición por el mundo de la medicina puede dar alguna pista el hecho de que en 1934 co-escribiera el guión de You´re Telling Me!; de nuevo padres, hijos, diferencias sociales y caos pero, en esa ocasión, un optometrista en el papel principal (por cierto, el momento cumbre de la película también tiene lugar en un campo de golf).
Está claro que a Fields le gustaba combinar la profesión médica y el cine que, por encima de todo, era capaz de encontrar la vena cómica de situaciones que, contadas de otra manera, difícilmente podrían provocar la risa. La consulta del protagonista de The Dentist es un auténtico catálogo de situaciones humorísticas en el que aparecen elementos extraídos del mundo de las variedades que ofrecen esa expresividad que hasta poco antes había derrochado el cine mudo. Los juegos con el sillón del dentista, el hombre con una barba tan poblada que podía servir de nido para los pájaros pero que hacía difícil inspeccionarle la boca, ofrecen momentos de diversión.
Sin embargo uno de los números más inolvidables es el de la mujer que ocupa el sillón del dentista para que le extraiga una muela y pronto entre ella, las tenazas y el médico se establece un todo inseparable que provocará una especie de danza difícilmente interpretable por actores que no pertenecieran al terreno de la comedia en grado superlativo (entre ellos Dorothy Granger, la intérprete femenina, una actriz que trabajó con grandes del humor como Abbott y Costello o Laurel y Hardy). Al caos provocado en la consulta por los métodos del doctor, se unen los saltos y los golpes que la hija prisionera realiza desde el piso superior y que serán capaces de provocar una auténtica hecatombe en lo que es un lugar para el trabajo donde la concentración es imprescindible.
Es posible que The dentist sea el primer título, dentro del mundo del cine, que abiertamente y sin necesidad de otros adjetivos se refiera a la figura del dentista. Detrás vendrán unos cuantos más, entre otros la célebre película de Brian Yuzna. En este caso se trata de un cortometraje de 21 minutos de duración que, sin embargo, retrata con detalle una consulta de la época. La película dirigida por Leslie Pearce, enlaza con unos cuantos títulos que, en los primeros años de vida del cine, vincularon la profesión con el territorio de la comedia.