Cine, Dientes y Dentistas

Web sobre la relación del cine con los dentistas, los dientes y el mundo de la odontología


LA Pequeña Tienda de los Horrores de Frank Oz

AÑO: 1986 La_pequena_tienda_de_los_horrores-308245905-large

DIRECCIÓN: Frank Oz

INTÉRPRETES: Rick Moranis, Ellen Greene, Steve Martin, Vincent Gardenia, James Belushi, John Candy, Bill Murray, Miriam Margolyes, Christopher Guest

FOTOGRAFÍA: Bob Paynter

MÚSICA: Miles Goodman (Canciones: Alan Menken)

NACIONALIDAD: EE.UU

DURACIÓN: 94 minutos

Si cuando eres niño disparas a tus muñecos, envenenas a los peces de tu pecera y una de tus diversiones favoritas es matar gatos, es posible que tu vocación cuando crezcas sea dedicarte a la odontología. Esa es la filosofía que pregona la madre del dentista al que interpreta Steve Martin en La pequeña tienda de los horrores, una película dirigida en 1986 por Frank Oz, que en realidad es un remake de la que dirigió Roger Corman en 1960.
En La pequeña tienda de los horrores el dentista es el personaje negativo, el que viste cazadora de cuero, viaja en una Harley Davidson, no duda en drogarse incluso con el “gas de la risa”, maltrata a su novia y cae mal a todo el mundo. Sin embargo, sus maldades son tantas y su histrionismo tan acentuado que Steve Martin consigue componer uno de los dentistas más inolvidables de la historia del cine.
Su anfetamínico número musical es difícil de borrar de la memoria. Comienza cuando aparca la moto a la entrada de su consulta, continua con un largo travelling durante el que va torturando a todos los pacientes que se ponen a su alcance y finaliza en un pequeño altar erigido a su propia madre, la mujer que un día vaticinó: “Hijo mío, tienes talento para causar dolor, creo que algún día te pagarán por esa morbosidad. Serás dentista”.
Steve Martin canta y baila porque La pequeña tienda de los horrores es, en realidad, un musical. Pero, ya lo advierte su realizador haciendo un juego con su propio nombre, no nos hallamos en el mágico mundo de Oz. Estos son los barrios bajos y, aunque en realidad nos encontremos en el interior de unos estudios de cine británicos, aquí sobrevivir supone una dura pelea. La floristería donde transcurre la mayor parte de la acción no es precisamente un lugar apacible repleto de naturaleza y la consulta del dentista tiene más que ver con un túnel del terror que con un espacio en el que se protege la salud dental.

MASOQUISMO
En La pequeña tienda de los horrores, que protagoniza Rick Moranis -el pequeño Pablo de Los Picapiedra y el científico capaz de reducir a sus propios hijos en Cariño he encogido a los niños, el humor se cuela por las rendijas del sufrimiento y la naturaleza asoma en forma de planta carnívora que lo devora todo. Y es que estamos en el territorio de los hechos extraordinarios. Cómo si no explicar, y en esto sí coincide la película de Corman con la de Oz, a ese paciente que saca a relucir su masoquismo una vez ha tomado asiento en el sillón del dentista.
Curiosamente los dos actores que interpretan a ese personaje ansioso por sufrir cuentan con un espectacular curriculum actoral. Son Jack Nicholson, que realiza uno de sus primeros papeles en la película de Corman, y Bill Murray, que en la de Oz improvisa algunas de las frases que dice -o sería mejor decir que balbucea con la boca llena de algodones-, mientras admira el increíble instrumental que le va mostrando el odontólogo.
Oz rodó un final arrollador en el que Audrey II, la planta carnívora adquirida en la tienda de un vendedor chino y afectada por los efectos de un eclipse solar que hicieron de ella una especie de vampiro vegetal, terminaba devorándolo todo. Pero aquella conclusión apocalíptica no pareció entusiasmar a los espectadores que, a pesar de todo, eran capaces de cogerles cariño al cruel dentista, a la chica sufridora, al vendedor atolondrado y al ambicioso dueño de la floristería. Así que el mercado determinaría que Audrey II no podría salir victoriosa, aunque quién sabe qué pasará con esa pequeña Audrey III que se asoma desde los últimos fotogramas…


Charlie y la Fábrica de Chocolate

Charlie_y_la_fabrica_de_chocolate-369210884-largeAÑO: 2005

DIRECCIÓN: Tim Burton

INTÉRPRETES: Johnny Depp, Freddie Highmore, Helena Bonham Carter, David Kelly, Noah Taylor, Missi Pyle, James Fox, Deep Roy, Christopher Lee, AnnaSophia Robb, Jordan Fry, Philip Wiegratz, Julia Winter

FOTOGRAFÍA: Philippe Rousselot

MÚSICA: Danny Elfman

NACIONALIDAD: EE.UU

DURACIÓN: 116 minutos

La palabra tabú para Willy Wonka, el protagonista “adulto” de Charlie y la fábrica de chocolate, es “padre”. Y es que el padre del personaje que interpreta Johnny Depp en la película de Tim Burton es de los que dejaría huella en la mente de cualquier niño. Se trata del dentista más famoso de la ciudad, como él mismo se autoproclama, y sus métodos le llevan a colocar unas enormes fuerzas extraorales y aparatos a su hijo para corregir su maloclusión y de paso evitarle cualquier contacto con el mundo de las chucherías. Para él, las piruletas son brochetas de caries, los caramelos se pegan peligrosamente a los brackets y los dulces son monstruosidades de las que hay que alejarse.
El problema es que Willy es un niño mucho menos preocupado por su salud dental que por conseguir comerse una chocolatina. Así que la tragedia infantil está servida, y de ahí al trastorno psicológico sólo hay un paso, el que media entre encontrarse recogiendo entre las cenizas de la chimenea los caramelos que su padre le ha tirado al fuego y convertirse en el propietario de la mayor fábrica de chocolate de la historia.
Tim Burton (Sleepy Hollow, La novia cadáver, Alicia en el país de las maravillas, Frankenweenie) se acercó en 2005 al mundo del escritor británico Roald Dahl, autor de la novela Charlie y la fábrica de chocolate (1964), porque seguramente contenía todos los elementos por los que se ha sentido siempre atraído: fantasía, crítica social y unos personajes sobre los que verter su portentosa imaginación.
Los protagonistas son de carne y hueso, pero muy bien podían pertenecer al territorio del dibujo y la animación: una casita de cuento donde apenas caben Charlie, sus padres y sus cuatros abuelos, una enorme fábrica repleta de todos los dulces imaginables donde habita un chocolatero (Johnny Depp) con aspecto de roquero a lo Marilyn Manson -cuyo nombre se barajó para el papel-, junto a una colección de personajes difíciles de definir, conocidos como los Oompa Loompas, y cuatro niños ricos y mal educados -Augustus Gloop, el gordito con una dieta a base de carne y chocolate; Veruca Salt, la niña malcriada que siempre quiere más; Violet Beauregarde, masticadora de chicle y obsesionada por batir
récords, y Mike Teavee, un loco de los videojuegos-.

MUNDO FANTÁSTICO
El universo de Dahl estaba creado sin duda a la medida de Tim Burton. Por eso el realizador le pidió a su guionista, John August, que se olvidara de las adaptaciones que se habían hecho de la obra literaria y fuera directamente al origen para sacar de allí el mundo fantástico que él siempre reclama. A partir de ahí, Burton creó sus propios Oompa Loompas, unos decorados coloristas y unas coreografías repletas de imaginación.
La fábrica de chocolate de Willy Wonka podría ser un sueño fantástico pero, como pasa siempre con la sobreabundancia, se convierte en un cuento de terror para quienes solo se ven a sí mismos y en una jaula de oro para su creador. Solamente Charlie, el niño pobre y curioso se salva de esta quema generalizada. Él hace las preguntas claves a Willy Wonka: ¿Cómo era de pequeño? ¿Se acuerda del primer caramelo que se comió?, y es capaz de renunciar a lo que desea.
Pero, como de lo que se trata en la película es de padres, también habrá que mencionar al de Charlie, el señor Bucket, quien por cierto es el único que no acompaña a su hijo a la fábrica de chocolate, hasta donde el niño irá con su abuelo. La tecnología lo ha desplazado de su trabajo y una máquina le ha
sustituido en la fábrica de pasta de dientes Smilex -paralelismo paterno entre los padres de los protagonistas: un dentista y un fabricante de pasta de dientes, ambos defensores de la salud dental-.
Charlie y la fábrica de chocolate está repleta de referencias bucodentales para analizar. Tan solo recordar cómo el anciano señor Wonka (Christopher Lee) no reconoce a su hijo hasta que lo tiene sentado en el sillón de su consulta y observa su dentadura: “No he visto unos premolares como estos…. ¡Willy!”.


Les Herbes Folles

AÑO: 2009 Las_malas_hierbas-257744766-large

DIRECCIÓN: Alain Resnais

INTÉRPRETES: André Dussollier, Sabine Azéma, Emmanuelle Devos, Mathieu Amalric, Michel Vuillermoz, Anne Consigny, Cédéric Deruytère

FOTOGRAFÍA: Eric Gautier

MÚSICA: Mark Snow

NACIONALIDAD: Francia

DURACIÓN: 104 minutos

Las hierbas que aprovechan cualquier resquicio entre el asfalto, que no salen donde tienen que salir sino donde pueden, en francés se denominan hierbas locas (folles), como el título original de la última película de Resnais, Les herbes folles o Las malas hierbas si acudimos al título en español. El amor del que habla el cineasta en una de las pocas adaptaciones literarias que ha hecho a lo largo de su vida profesional, y está a punto de cumplir los noventa años, también es “loco” (fou) y un poco surrealista, como le gusta a Resnais, un declarado seguidor de André Breton y de su manifiesto.
Así que entre tanta locura no es de extrañar que Las malas hierbas comience deteniéndose en unos pequeños fragmentos de asfalto resquebrajados por la fuerza de la naturaleza y termine con la aparición
de un personaje nuevo, que muy bien podría enlazar con una nueva historia. “Est-ce que quand je serai un chat je pourrai manger des croquettes?” (“¿Cuándo sea un gato podré comer galletitas?”). La frase, que también aparece en la novela El incidente de Christian Gailly, en la que se basa la película, no tenía en el libro el peso que adquiere en el filme, pero aquí sirve de nexo para presentar a otra mala hierba -o quizás la misma-, a otro personaje femenino, el de Marguerite Muir, la protagonista de Las malas hierbas.
Resnais empieza su relato en el suelo, con una cámara siguiendo los zapatos de los transeúntes de la ciudad, y casi lo termina en el cielo, el lugar donde Marguerite se siente feliz, pilotando un avión. Entre ambas situaciones nos presenta a unos personajes nada típicos y poco dados a los encasillamientos. Marguerite, una mujer con nombre de flor, como seguramente no podía ser de otra manera, se gana la vida como dentista y comparte la consulta con otra compañera más joven que ella. Su título lo obtuvo en la Universidad de París, aunque si se les preguntara a sus pacientes seguramente no responderían con el ansiado “no he sentido nada”. Y es que Marguerite Muir, una mujer con una cabellera roja bastante indómita y nada convencional, provoca dolor a sus pacientes y la cámara recoge sus manos en alto y sus
quejas. “Casi está acabado”, dice ella, mientras continúa insistiendo hasta provocar el descontento “!Qué barbaridad!”, se lamenta uno de sus sufridos pacientes que seguramente no volvería más por allí de no sentirse atraído por la singularidad de su dentista.

EL ROBO
Y es que Marguerite prefiere pilotar un avión que insistir un día tras otro en la rutina de su consulta y de su vida cotidiana. Por eso no tiene ningún inconveniente en abandonarlo todo y dejar que los pacientes hagan cola ante su puerta, aunque a alguno de ellos se le refleje el dolor y una evidente hinchazón en la cara. Para ella las cosas empezarán a cambiar a partir de un incidente: el robo de su bolso y la posterior devolución de su cartera por parte de un desconocido.
Por suerte para los pacientes, Marguerite, más luminosa y decorada con unos dibujos coloristas de los Beatles, ejerce su compañera. Allí el ambiente que se respira es más tranquilo y ella se encarga de hacer el trabajo de ambas mientras la mujer del cabello rojo y alborotado se va alejando del instrumental de su consulta y adentrándose en la vida del desconocido.
Las malas hierbas está repleta de guiños al mundo del cine. Al fin y al cabo Resnais es parte de la memoria viva de la historia del cine. Así que algunos han querido ver en el nombre de la propia protagonista, Marguerite Muir, una referencia a El fantasma y la señora Muir, de Joseph Mankiewicz, la historia de una mujer capaz de ver a un espíritu que nadie percibe. Y, naturalmente, el director de Hiroshima, mon amour acude a una sala de cine como lugar de encuentro y allí sus dos protagonistas se dan cita mientras en el interior se proyecta Los puentes de Toko-Ri, una película protagonizada por un aviador americano enfrentado a sus propios miedos.
Resnais renuncia a que los espectadores descubran a sus personajes antes de entrar a ver la película. Y por eso el cartel anunciador es tan sugerente como misterioso. El dibujo de un cuerpo femenino cuya cabeza es una especie de arbusto rojo y un cuerpo masculino con cabeza vegetal. No tienen rostros, tan solo son “hierbas enloquecidas”.


En un Mundo Mejor

En_un_mundo_mejor-212280972-largeAÑO: 2010

DIRECCIÓN: Susanne Bier

INTÉRPRETES: Mikael Persbrandt, Trine Dyrholm, Ulrich Thomsen, William Jøhnk Nielsen, Markus Rygaard, Bodil Jørgensen, Toke Lars Bjarke, Camilla Gottlieb, Satu Helena Mikkelinen

FOTOGRAFÍA: Morten Søborg

MÚSICA: Johan Söderqvist

NACIONALIDAD: Dinamarca

DURACIÓN: 110 minutos

Anton, un comprometido médico danés, ejerce su profesión en un campo de refugiados en África. Está separado de su mujer y tiene dos hijos. El mayor de los chicos, Elías, sufre acoso escolar por parte de unos matones de su colegio. Un día llega a su escuela Christian, un chico tímido y algo extraño, huérfano de madre, que le ayuda, y llega a amenazar con un cuchillo al cabecilla de los agresores para que deje de molestar a Elías.

Éste se convierte en amigo inseparable del recién llegado. Anton vuelve regularmente a Dinamarca para visitar a sus hijos. En una de estas visitas, mientras pasa un rato con sus hijos y Christian, es agredido por un individuo delante de los chicos. Él opta por no entrar en el juego del agresor y no pelea con él, lo que desconcierta a Elías y Christian, que piensan que su actitud ha sido cobarde.
Ante esta situación, y para demostrar a los chicos que no tiene miedo, Anton los lleva frente al agresor, intenta hablar con él y este le vuelve a golpear. Anton les explica que su actitud violenta es el comportamiento de los débiles… Pero Elías, y sobre todo Christian, no acaban de entenderlo y deciden vengarse por su cuenta del individuo que ha abofeteado al padre de Elías. Este camino hecho de venganza y rabia traerá consigo graves consecuencias.
Confieso ciertos prejuicios que tengo cuando voy a ver películas que han recibido algún Oscar. Esto hace que aumenten nuestras expectativas y al final salgas decepcionado. En esta ocasión, reconozco que esta película me ha gustado y me ha dado ocasión de reflexionar y ha sido tema de muchas conversaciones con amigos. La película discurre entre dos culturas muy distintas. Dinamarca,un país civilizado, donde parece que la vida debería ser casi perfecta, y un campo de refugiados en África, donde la violencia, la venganza, el sufrimiento y el dolor es lo que marca su día a día.
Vivimos tantas situaciones de este tipo en nuestra vida diaria que terminamos poniéndonos una coraza y no viendo ni escuchando: guerras, torturas, violencia, venganzas, tantas cosas que nos hacen sentir mal y ante las que preferimos cerrar los ojos solo por poder seguir adelante. Ante esto tenemos la excusa de la distancia, pero ¿qué ocurre cuando la violencia se desata en nuestro mundo civilizado? ¿También hemos llegado a acostumbrarnos al acoso que sufren muchos niños en nuestro perfecto y avanzado mundo? ¿Cómo reaccionamos? ¿Poniendo la otra mejilla como el padre de nuestro protagonista o vengándonos, como planea su amigo? ¿Ningún camino es bueno? Pero vayamos al tema de esta columna, en esta ocasión los dientes. Nuestro protagonista, Elías, es objeto de burla debido a la protrusión y separación de sus incisivos superiores. Los compañeros de clase le insultan llamándole “cara de rata”. Elías lleva también un aparato: una placa de Hawley.
Y aunque en nuestra película no aparece el dentista que supuestamente trata a Elías, si que voy a hablar de ese invisible profesional. Sinceramente creo que la directora no debió de preocuparse mucho por este asunto y no pidió asesoramiento. No parece probable que en un país como Dinamarca, en pleno siglo XXI, se proponga una plaquita de Hawley para tratar lo que parece ser una Clase II importante. ¿No han oído hablar de brackets en Dinamarca? En fin, admitamos la placa de Hawley.… Lo que ya es más difícil de creer es que después de que al niño le explote una bomba, la placa de Hawley ni se mueva. Más tarde hospitalizan al niño, está en coma, le hacen todo tipo de pruebas y… allí sigue su aparato: es como el 007 de los aparatos ortodónticos, ¡ni se despeina!
¿Aparatos a prueba de bombas? Vale, reconozco que me da envidia. Todos tenemos pacientes rompetechos que rompen o pierden cualquier cosa que les pongamos. Que me explique la directora de la película qué dentista coloca esas placas. ¡Mañana mismo me voy a Dinamarca para aprender esa técnica!

Elías y Christian 3

 

Elías sufre acoso escolar por parte de unos matones de su colegio. Un día llega a su escuela Christian, un chico tímido y huérfano de madre, que le ayuda y se convierte en su amigo inseparable.


ANIMAL KINGDOM

AÑO: 2010 Animal_Kingdom-313137036-large

DIRECTOR: David Michôd

INTÉRPRETES: James Frecheville, Ben Mendelsohn, Guy Pearce, Jacki Weaver, Joel Edgerton, Luke Ford, Sullivan Stapleton, Dan Wyllie, Anthony Hayes, Laura Wheelwright, Mirrah Foulkes, Kieran Darcy-Smith

FOTOGRAFÍA: Adam Arkapaw

MÚSICA: Antony Partos

NACIONALIDAD:  Australia

DURACIÓN: 112 minutos

Animal Kingdom cuenta la historia de Joshua “J” Cody (James Frecheville), quien, tras morir su madre, debe ir a vivir a Melbourne con sus tíos, con los que, hasta ahora, no ha tenido prácticamente ningún contacto. Será acogido por su abuela Smurf (Jackie Weaver). Aunque se adaptará rápidamente a su nueva vida, no tardará en descubrir que el mundo donde se mueve su familia es mucho más peligroso de lo que él podría pensar. Un policía, Nathan Leckie (Guy Pearce), debe convencer a “Jota” para que sea su testigo. Para sobrevivir, J deberá elegir qué lugar quiere ocupar dentro de ese submundo donde le ha tocado vivir.
La película se estrenó el año pasado en nuestras salas de cine precedida por numerosas nominaciones a los AFI –que son en Australia el equivalente a los Oscars–. También cuenta con una nominación a los Globos de Oro a Mejor Actriz Secundaria, para Jackie Wever, quien interpreta a la fascinante abuela de esta complicada familia. No podemos olvidar que, además, el filme recibió el Premio del Jurado en la última edición del Festival de Sundance. La ópera prima de David Michôd entusiasmó al público en el Festival y en nuestro país ocupó un lugar muy digno en una cartelera a menudo llena de películas aburridas, tontas, previsibles y vacías.

RECOMENDABLE

Estos premios me prometían pasar una buena tarde de cine. Sin embargo leí varias críticas bastante negativas sobre la película, así que fui cargada de dudas. Pero tocaba, ya era hora, disfrutar de cine, así que de verdad quiero recomendaros esta película que a mí me ha fascinado, aunque sigo sin llegar a captar muchos de los mensajes, apenas pinceladas, que nos da su director.
En cuanto al tema dental, que es al fin y al cabo el tema de este artículo, hay que estar atentos al final de la película. En una plácida escena donde la abuela de nuestra historia charla tranquilamente con una vecina, se oye de fondo la voz del presentador de un programa. Nuestro personaje dice la siguiente frase. “Los directivos de esta cadena deberían cuidar más al presentador. No tiene los dientes en su sitio. No lo hace mal, pero tiene una boca repugnante”.
Esta frase, dicha así, sin que tenga mayor trascendencia en la película, ya que pretende reflejar sin más una conversación trivial entre dos mujeres que están mirando un programa distraídamente, me hace pensar que lo mío no es deformación profesional. Hay que tener en cuenta además que los personajes que hablan no los sitúa el guión en una clase acomodada, sino en una familia de delincuentes bastante marginal, y esto da aún mayor peso al comentario.
Personalmente siempre me fijo, sin quererlo, en los dientes de los que me rodean. Una boca descuidada puede dar mala impresión cuando se trata de gente “normal”, gente de la calle, pero son personas que no viven de su imagen. Sin embargo, un presentador o cualquier personaje público debería cuidar sus dientes. Y no lo digo yo que soy dentista… Esas palabras las coloca el guionista en la boca de una ciudadana de a pie, aunque de normal no tenga más que la fachada, ¡porque la abuelita es de armas tomar!

559608-jacki-weaver-animal-kingdomJackie Weaber interpreta a una abuela de armas tomar.


ATTACK THE BLOCK, EXTRATERRESTRES Y MACARRAS

Attack_The_Block-435773337-largeAÑO: 2011

DIRECCIÓN: Joe Cornish

INTÉRPRETES: John BoyegaJodie WhittakerAlex EsmailFranz DramehLeeon JonesSimon HowardLuke TreadawayJumayn HunterDanielle VitalisPaige MeadeSammy WilliamsMichael AjaoNick FrostJoey Ansah

FOTOGRAFÍA: Thomas Townend

MÚSICA: Steven Price

NACIONALIDAD:  Reino Unido

DURACIÓN: 88 minutos

Todo comienza cuando unos chicos asaltan a una enfermera, a la que dejan escapar. En ese momento un extraño objeto impacta sobre un coche. Al acercarse al vehículo, comprueban que se trata de una criatura muy rara y agresiva. El cabecilla de la banda, Moses, le clava una navaja y mata a este bicho insólito. A partir de ese momento empezarán los problemas.
Este tipo de cine, de terror y adolescentes, es verdad que genera cierta dosis de reparo entre los espectadores más convencionales. Pero aunque haya un indiscutible número de escenas muy previsibles –y con ello me refiero a las de canutos, etc.–, pasado el primer cuarto de hora, la película plantea una invasión alienígena bastante curiosa. Además de ese primer monstruo, asistimos a una invasión extraterrestre muy localizada. Una ciudad, Londres, un barrio y un único edificio.
La historia va enganchándonos poco a poco y, a medida que transcurre la película, el director va dosificando la información de manera que se mantiene el interés y nos encontramos ante algunos giros sorprendentes.
¿Y por qué hablamos en esta sección de esta película? Está claro que terminaremos hablando de dientes… El director ha imaginado a estos invasores completamente negros y peludos y solo una cosa resalta en ellos: sus dientes. No tienen ojos, ni ningún otro rasgo facial, solo unas arcadas dentarias fluorescentes y amenazadoras.
Los dientes, tanto en la antigüedad como en nuestro futuro imaginario, siguen representando una amenaza. Los animales rugen y enseñan la dentadura; los hombres primitivos hacían lo mismo para aterrorizar al enemigo.
Las películas de ciencia ficción, sobre todo las de vampiros, también enseñan caninos amenazadores y los extraterrestres, en esta película, utilizan como recurso de terror un único rasgo destacado que es exclusivamente dental.

Para atraer aún mas nuestra atención sobre las fauces de estos extraños seres observamos imagescómo, cuando son asesinados, sus bocas se apagan. Curiosa esta manera de definir y dar carácter a los alienígenas: seres negros que pasarían totalmente desapercibidos en la oscuridad y que solo podemos ver cuando se enfadan y se convierten en seres agresivos. Entonces, solo los dientes son los protagonistas.


UN DIOS SALVAJE ¿HASTA DÓNDE SOMOS CAPACES DE LLEGAR POR UN DIENTE?

AÑO: 2011 Un_dios_salvaje-769173226-large

DIRECTOR: Roman Polanski

INTÉRPRETES: Kate WinsletChristoph WaltzJodie FosterJohn C. Reilly

FOTOGRAFÍA: Pawel Edelman

MÚSICA: Alexandre Desplat

NACIONALIDAD:  Francia

DURACIÓN: 79 min.

Reconozco haber ido al cine llena de expectativas. Al fin y al cabo, se trataba de una película de Polanski. Sin embargo, confieso mi decepción, aunque en descarga del afamado director deba de decir dos cosas. La primera es que ya había visto en teatro esta obra, y es evidente que cuando se conoce el texto ya no queda lugar para la sorpresa. La segunda es que no pude ver la versión original, y algunos de los doblajes me parecieron un horror. A la pobre Jodie Foster, que ya de que por sí tiene un papel bastante dificil, la terminaron de rematar poniéndole una voz gritona que recita el texto sin creérselo en ningún momento.

Por otro lado, no he visto nada en la película que mejorase la obra teatral. Al contrario, creo no sólo que no aporta nada, sino que además la estropea. En efecto, la sensación de claustrofobia que se tiene en la obra de teatro se pierde aquí al dejar la puerta abierta al ascensor de la casa. Y resultamuy poco creíble que, a la vista del desarrollo de la polémica, los invitados vuelvan voluntariamente a entrar una y otra vez al piso donde les aguarda una discusión cada vez más enloquecida.

Pero vayamos al tema que nos ocupa en esta columna: los dientes. Todo el conflicto parte de una pelea infaltil. Siempre que un niño agrede a otro, y esto pasa todos los días en los patios de los colegios, los padres tanto delagredido como del agresor se sienten mal. Generalmente, las cosas no suelen ir mas allá de un golpe, un hematoma o, todo lo más, una herida, y todo esto cura sin dejar marcas ni cicratices. Así que los padres unas veces lo dejan pasar y otras suelen hacer que los niños pidan disculpas y asunto terminado.

Sin embargo, aquí el golpe ha sido en la boca: los labios hinchados volverán a la normalidad en pocos días, pero los dientes son otra historia. Los dos incisivos centrales superiores se han fracturado. Uno de ellos posiblemente necesite una endodoncia. Además habrá que reconstruir o poner coronas sobre esas piezas. Y queda pendiente el hecho de que el joven agredido, cuando sea mayor, pueda llegar a necesitar un implante. Y de esto, y con todo lujo de detalles, hablan los protagonistas nada más comenzar la película. El tema, además, se alargará bastante. Mencionarán varias veces al dentista que está tratando al chico y la posible evolución de los dientes y los daños que tiene. La madre del niño agredido es consciente de lo irreversible de la lesión. Aun tratados, esos dientes conservaran la marca de ese traumatismo para siempre.

Este problema, mucho más serio que un simple moratón, que perdurará en la vida del pequeño, es lo que sirve de excusa para los enfrentamientos que tendrán lugar después entre estas dos parejas. La historia difícilmente se sostendría si la pelea infantil no hubiese tenido estas consecuencias.
Está claro que aunque parezca que la sociedad no da importancia suficiente a los dientes, si que se la da cuando , por alguna causa, esos dientes pueden perderse. Otra vez, los dientes y el dentista vuelven a llevarse parte del protagonismo de la película.

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 Jodie Fostier, Kate Winslet, Christoph Waltz y John C. Reilly

protagonizan la versión cinematográfica del libro de Yasmina Rezza.


THE THING: ¿CÓMO DISTINGUIR UN ALIENÍGENA DE UN TERRÍCOLA?

La_cosa_The_Thing-528077805-largeAÑO: 2011

DIRECCIÓN: Matthijs van Heijningen Jr.

INTÉRPRETES: Eric Heisserer, Ronald D. Moore (Historia corta: John W. Campbell Jr.)

FOTOGRAFÍA: Michel Abramowicz

MÚSICA: Marco Beltrami

NACIONALIDAD:  Estados Unidos

DURACIÓN: 103 min.

La Cosa (The Thing) es la precuela del clásico de 1982 del mismo título, dirigido por John Carpenter. La belleza misteriosa de un continente extraordinario, la Antártida, sirve de telón de fondo para una misión científica. Un hallazgo que abre posibilidades inimaginables se convierte en una lucha por la supervivencia cuando un grupo de investigadores internacionales descubre a un alienígena. La criatura tiene la habilidad de cambiar de forma a voluntad y convertirse en la copia perfecta de cualquier ser humano. La paranoia se extiende como la pólvora entre los científicos infectados por el misterio llegado de otro planeta. La paleontóloga Kate Lloyd y el piloto Braxton Carter unirán sus fuerzas para impedir que la criatura mate, uno a uno, a todos los miembros del equipo.

Este es uno de los problemas a los que se enfrenta el grupo de investigadores en la Antártida: el alienígena devora a los humanos y luego es capaz de replicar sus células y clonarse, hasta ser idéntico a la persona destruida. Así que la paranoia y el miedo se instalan en el grupo y todos desconfían unos de otros. Por ello deciden hacer un análisis de sangre, ya que, de esa manera, se pueden detectar esas misteriosas células que son capaces de copiar y replicarse.

El problema es que el laboratorio se destruye; de hecho, lo destruye el extraterrestre, ya que los científicos en esa fase no saben aún que tienen un invasor entre ellos.

Ante este contratiempo, la paleontóloga Kate Lloyd se da cuenta de un detalle. Una de las víctimasque encuentran, y que La Cosa estaba replicando, tenía un placa metálica debido a una fractura. La Cosa replica células vivas pero no metales. De esta forma, la manera de saber si alguien es humano o no, será sencilla. Bastará observar la boca de cada científico y ver quién tiene amalgamas. Todos los que tienen obturaciones de este tipo son, por tanto, humanos con seguridad. La duda se plantea ante los que muestran una boca sana, ya que éstos pueden ser extraterrestres replicados. Como dice uno de los protagonistas, resulta que los que tienen buena higiene dental, usan hilo o tienen obturaciones de composite resultan ser sospechosos… ¡Que injusticia!
Así que las tan denostadas obturaciones de amalgama podrían sernos útiles en caso de invasión extraterrestre. Se han escrito miles de páginas sobre las obturaciones de amalgama, tanto a favor como en contra, pero nunca nadie defendió semejante ventaja. ¡Qué imaginación tienen los guionistas de cine!

ambos)La paleontóloga Kate Lloyd (a la izquierda) y el piloto Braxton Carter (a la derecha)unirán sus fuerzas para impedir que la criatura mate, uno a uno, a todos los miembros del equipo.


TWIXT: VAMPIROS Y BRACKETS

AÑO: 2011 Twixt-590350678-large

DIRECCIÓN: Francis Ford Coppola

INTÉRPRETES: Val KilmerBruce DernElle FanningBen Chaplin,Anthony FuscoAlden Ehreinreich

FOTOFRAFÍA: Mihai Malaimare Jr.

MÚSICA: Dan Deacon, Osvaldo Golijov

NACIONALIDAD:  Estados Unidos

DURACIÓN: 90 min.
Por más que luchemos contra ello, los dentistas seguimos dando miedo. Un miedo que hoy en día no tiene razón de ser, pero que persiste en el imaginario colectivo. Lo que durante muchos años fue temor al dolor se ha ido transformando, poco a poco, en miedo al miedo. Y esto, claro, es más difícil de arreglar.

A este pánico inexplicable contribuyen, sin duda alguna, muchas películas que han hecho de las visitas al dentista un auténtico recurso para el cine de terror. Los brackets y la ortodoncia, sin embargo, como mucho, se habían utilizado para burlarse o ridiculizar a algún personaje y, junto con las gafas, eran el atrezo del feo oficial de la película o de la serie de ficción. Basta recordar el personaje de Betty la Fea o de El Patito Feo.

tbrac1)Sin embargo, en la película que nos ocupa hoy, Twixt, de Francis Ford Coppola, el personaje que lleva brackets es una niña muy mona, Ellen Fanning, a quien pudimos admirar en Super 8. Desde el primer momento nos damos cuenta de que no es un personaje real y algo en ella da miedo, aunque no sean sus brackets los que asusten como ella pretende insinuar en una de las primeras escenas en las que aparece.

ESCRITOR
El protagonista, Hall Baltimore (Val Kilmer), es un fracasado escritor de novelas de terror que llega a un pueblo a vender su último libro. Busca la librería para firmar ejemplares de su obra, pero allí no existe este establecimiento. Termina en la ferretería y es entonces cuando se encuentra con el sheriff del lugar, quien está investigando un crimen.También le cuentan una historia que sucedió en ese mismo lugar, donde un pastor asesinó a una docena de niños. Estos datos harán que el escritor decida quedarse en el pueblo e investigar el asunto. Pronto se le acercará nuestra adorable Ellen Fanning y, junto a Ben Chaplin, que da vida a Edgar Allan Poe, se termina de complicar esta historia, que no sabemos muy bien si es de terror o surrealista.

Por si esto fuera poco la cinta es en 3D interactivo, lo que sí es surrealista: cuando llega el momento en que la película es en 3D la pantalla es atravesada por un par de gafas gigantes y lo mismo ocurre cuando hay que quitárselas.

En fin, en este sin rumbo el que va poco a poco cayendo la historia, y cuyo final es bastante atropellado, merece la pena destacar la última escena. Nuestra angelical protagonista se transforma. La cámara hace un primer plano de sus dientes. Vemos perfectamente los brackets. Poco a poco el arco
se deforma, los caninos crecen desmesuradamente, el alambre se dobla más y más hasta que se rompe y en una apoteósica escena final de los brackets se despegan y salen volando por los aires adquiriendo todo el protagonismo, mientras la niña es ya una verdadera vampira y la sangre inunda la pantalla.

Nunca se me hubiera ocurrido que unos brackets pudieran inspirar una secuencia así. ¡Qué imaginación!

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Escena de la película.

 


RESACÓN 2, ¡AHORA EN TAILANDIA!

Resac_n_2_A_ahora_en_Tailandia-126131083-largeAÑO: 2011

DIRECCIÓN: Todd Phillips

INTÉRPRETES: Bradley Cooper (Phil), Zach Galifianakis (Alan), Ed Helms (Stu), Justin Bartha (Doug), Jeffrey Tambor (Sid Garner), Ken Jeong (Sr. Chow), Mike Tyson (él mismo), Jamie Chung (Lauren), Paul Giamatti (Kingsley), Mason Lee (Teddy), Sasha Barrese (Tracy)

FOTOFRAFÍA: Lawrence                                                                              Sher

MÚSICA: Christophe Beck

NACIONALIDAD:  Estados Unidos

DURACIÓN: 102 min.

Cierto es que el estreno de esta película en España, a finales del pasado mes de junio, en pleno ve-rano, pudo ser un buen momento para ver este tipo de cine gamberro que hará las delicias de quienes se quedaron con ganas de ver más de lo mismo. Las vacaciones, el sol, el cerebro desenchufado, el encefalograma plano, ganas de reír, ninguna exigencia… y, en este estado de ánimo, puede ser soportable.
Pero, para los que prefieren un humor menos chabacano, menos políticamente incorrecto, menos grosero… mejor abstenerse.

Todo lo que fue sorpresa en Resacón en Las Vegas, es aquí auto-plagio. Todo se repite: la RESACON (2)borrachera monumental aderezada con drogas que provoca una amnesia absoluta a nuestros protagonistas, el despertar habiendo perdido a uno de los compañeros de juerga, la búsqueda de este personaje intentando reconstruir las horas olvidadas, la llegada en el último minuto a la boda y la reconstrucción de los hechos por medio de unas fotos que se han ido tomando durante toda la noche y que se muestran al espectador junto a los títulos de crédito. Aquí se desvela en pocos segundos todo lo acontecido en esa noche de locura. Pero claro, si este final nos sorprendió la primera vez, ahora ya no hay sorpresa posible.
Los cambios son mínimos: en lugar de en Las Vegas, la acción transcurre en Bangkok, en vez de un bebé, nuestros protagonistas tienen un monje budista con voto de silencio, y así se van sucediendo las escenas, más gamberras aún si cabe que en Resacón en Las Vegas.

EL DENTISTA, OTRA VEZ EL TONTO
resacon3Nuestro dentista, Stu, es esta vez el novio. Va a casarse con una guapísima mujer de origen tailandés. Vuelve a aparecer, al principio, como el más formal de los tres amigos. No quiere problemas e intenta que su despedida de soltero sea un simple desayuno con tortitas, zumo y café. Sin embargo, las cosas se irán complicando y al final volverá a verse arrastrado por sus amigos al tipo de despedida que él no quería volver a vivir. Vuelve a ser el más tontorrón de todos: le sigue tocando pagar a él, vuelven a surgir confusiones al llamarle doctor, sobre si es médico o no, y así como en la primera película terminaba extrayéndose un incisivo, esta vez aparece con un tatuaje enorme en la cara. Para compensar este aspecto bonachón y serio del dentista, en la película le hacen aparecer como el más salvaje a la hora de la juerga. De hecho, llega a decir: “Llevo a Lucifer dentro de mí”. El caso es que parece que Resacón 3 ya debe de estar en la idea de los productores. Han encontrado una manera fácil de hacer dinero y creo tendremos gamberros para rato. Las cifras de taquilla de esta segunda parte han sido impresionantes. ¿Qué le ocurrirá a nuestro dentista en la tercera parte?