Hasta el final de Inmersión ese localizador oculto permanece en la mente del espectador como algo que ha visto cuando James se lo ha instalado y que se pregunta en qué momento volverá a aparecer. Mencionar el uso que finalmente se va a hacer de él nos llevaría al territorio de los spoiler. Únicamente adelantar que el objeto se convierte en un elemento determinante de la trama y que el papel de juega será fundamental en la suerte que corra ese espía infiltrado en territorio enemigo, sin nada en su poder y con una particular y poderosa prótesis dental en su boca..
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VI Festival de Cine y Dentistas
Hoy a las 20.00 horas en la Filmoteca de Navarra tendrá lugar la inauguración de la VI Edición del Festival CIDE. En esta ocasión veremos "Crónica de un ser vivo" (1955) de Akira Kurosawa. Os dejamos la presentación del Festival en el programa Días de Cine de TVE. pic.twitter.com/IyhtEe2qf6
— cide_festival (@cide_festival) February 6, 2018
IV Festival de Cine y Dentistas
Próximamente ( Marzo 2016) tendrá lugar el IV Festival de Cine y Dentistas en la Filmoteca de Navarra / Nafarroako Filmoteka.
Iremos informando.
CHARLOT FALSO DENTISTA
DIRECCIÓN: Charles Chaplin
INTÉRPRETES: Charles Chaplin, Fritz Schade, Alice Howell, Joseph Sutherland, Slim Summerville, Josef Swickard
FOTOGRAFÍA: Frank D. Williams (B&W)
MÚSICA: Película muda
NACIONALIDAD: Estados Unidos
DURACIÓN: 16 minutos
Charles Spencer Chaplin nació en Londres el 16 de abril de 1889 y falleció en Suiza el 25 de diciembre de 1977. Fue una de las personalidades más destacadas de la historia del cine y adquirió popularidad gracias a su personaje de Charlot en muchas películas del periodo de cine mudo. Además de actor fue compositor, productor, director y escritor. Provenía de una familia relacionada con el mundo del espectáculo ya que su padre fue actor y cantante y su madre trabajaba en el ambiente del músichall bajo el seudónimo de Lily Harley.
Chaplin ingresó en la compañía de mimos de Fred Karno en 1807 y esto fue fundamental para su formación artística. Con el personaje de Charlot, Chaplin, debutó en 1914 con la película ‘Ganándose el pan’ y durante ese mismo año llegó a rodar 35 cortometrajes, entre ellos ‘Charlot en el baile’, ‘Charlot y el fuego’ y ‘Charlot falso dentista’. Sin embargo, las películas más importantes fueron ‘La quimera del oro’ en 1925, ‘Luces de la Ciudad’ en 1931, ‘Tiempos modernos’ en 1935 y ‘El gran dictador’ en 1940. A mediados de 1910 Charlie Chaplin comenzó a dirigir la mayoría de sus películas y en 1916 empezó a encargarse de la producción. A partir de 1918 llegó incluso a componer la música y en 1919 fundó la United Artists, en compañía de otros artistas.
Chaplin recibió el Oscar honorífico en 1928 por ‘El circo’ y en 1972 la Academia volvió a entregarle un segundo premio honorífico. El público presente realizó entonces la que hasta ahora es la ovación más prolongada en la historia de los premios: 12 minutos aplaudiendo de pie y efusivamente. En 1948 fue candidato al Nobel de la Paz. Tanto la manera de filmar como de interpretar de Chaplin consistía en gestos exagerados y en la utilización de diversas técnicas que había aprendido tras su formación como mimo.
‘Charlot falso dentista” es una comedia muda rodada en blanco y negro de 16 minutos de duración
que fue estrenada el 9 de julio de 1914. Esta película pertenece a la primera etapa de Chaplin cuando crea su conocido personaje del vagabundo. Este personaje se ve involucrado en diferentes situaciones que son las que le han hecho ocupar a Charles Chaplin un lugar importantísimo en la historia del cine. En esta pequeña joya cinematográfica, Charlot es el ayudante de un dentista en una consulta abarrotada de pacientes. La consulta guarda la estética de una clínica propia de principios del siglo XX. Incluso el dentista atiende a los pacientes vestido de calle, sin lavarse las manos… El profesional anestesia con el gas de la risa a uno de los pacientes para sacarle una muela. El problema llega cuando no consigue despertar a ese paciente. Por esta razón envía a Charlot a la farmacia con una prescripción. Durante el camino se enzarza en una pelea con un hombre que está esperando fuera de la botica, le lanza varios ladrillos y probablemente le rompe un diente. Por ello se produce una persecución en la que Charlot, sin querer, le quita la falda a la mujer del dentista, que pasaba por allí por casualidad. Mientras tanto, en la consulta, el paciente sigue sin despertar y avisan al dentista de que su esposa ha tenido un accidente, por lo que sale rápidamente de la clínica. Es en ese momento cuando nuestro “falso dentista” llega a la consulta, pues Charlot usurpa el puesto del dentista, y hace pasar a la paciente más guapa de la sala. Comienza entonces un cortejo cómico: con el paño que debería usar de babero le limpia los zapatos, se sienta encima de ella, con un fórceps le agarra de la nariz para atraerla hacia él y besarla… La chica participa en gran medida del coqueteo pero finalmente se va. Posteriormente pasa al consultorio otro paciente al que Charlot intenta arrancar una muela. Como no utiliza el gas de la risa el paciente comienza a gritar y entra otro personaje en la consulta que casualmente es el hombre al que le había lanzado los ladrillos en su paseo a la farmacia. Al reconocerse mutuamente comienza una pelea monumental donde todos comienzan a perseguirse y a correr por la consulta, convirtiéndolo todo en un caos. Cuando vuelve el verdadero dentista se encuentra con la consulta totalmente revuelta y con los pacientes por los suelos. El humor fue una de las características que compartieron las primeras películas de la historia del cine que tocaron el tema de los dentistas.
“TAMAÑO NATURAL”, de Luis García Berlanga
AÑO: 1973
DIRECCIÓN: Luis García Berlanga
INTÉRPRETES: Michel Piccoli, Rada Rassimov, Amparo Soler Leal, Queta Claver, Manuel Alexandre, Julieta Serrano
FOTOGRAFÍA: Alain Derobe
MÚSICA: Maurice Jarre
NACIONALIDAD: Francia-España-Italia
DURACIÓN: 100 minutos
En 1973, después de haber dirigido títulos como Bienvenido, Mister Marshall (1953), Plácido (1961), El verdugo (1963), Luis García Berlanga da un paso más y se adentra en un análisis del comportamiento humano personificado en la figura de un odontólogo. Rafael Azcona, el guionista que se encontraba detrás de los mejores trabajos del director valenciano, firma junto a él esta historia “buñueliana”, como ha llegado a ser definida, y que recurre al absurdo para hablar de la soledad humana y de la dificultad de comunicación entre unos y otros.
Tamaño natural cuenta la historia de Michel, un dentista parisino de 45 años que no encuentra demasiado sentido ni al matrimonio en declive en el que habita ni a las numerosas infidelidades que protagoniza. Todo parece girar ciento ochenta grados cuando encuentra un maniquí del que se enamora y que le lleva a divorciarse de su mujer para empezar una nueva vida con la muñeca. En su entorno su madre entenderá la situación e incluso le prestará su ropa, sus amigos se burlarán de él y su ex-esposa se enfadará primero para pasar luego a competir con el maniquí.
El dentista creado por Berlanga encontrará en su nuevo amor todos los requisitos que buscaba en una mujer: es hermosa, no envejece, no opina, no pide nada, no tiene enfermedades… Ella ocupa, cómo no, un espacio también en el interior de su consulta, en el sillón que ocupan sus pacientes.
El tema de hombres enamorados de seres inanimados se ha repetido a lo largo de la historia del cine. En 1919 Ernst Lubistsch dirigía La muñeca en la que un joven sin mucho interés por el sexo decide engañar a su rico tío casándose con una muñeca de tamaño natural para obtener así su fortuna. En 2007 Lars y la chica real de Craig Gillespie se ocupa del tema del hombre enamorado de Bianca, una muñeca hinchable, y en 2009 el cineasta japonés Hirokazu Kore eda muestra a la plastificada compañera de un hombre solitario que vive en un pequeño apartamento y que le espera imperturbable en un rincón. Cuando la fantasía del dueño de la muñeca se haga realidad y ella cobre vida, las cosas cambiarán demostrando que los sueños no se cumplen nunca exactamente como los habíamos imaginado. Un poco más allá, y en tiempos más virtuales, en 2013 Spike Jonze idea Her, donde la corporeidad de la muñeca ha desaparecido y el protagonista se enamora de un sistema operativo, sofisticado y sensual.
Sin llegar a ese extremo, el doctor que interpreta Michel Piccoli, que comparte con él incluso su nombre, se aferrará a su muñeca hinchable huyendo de la asfixia que le provoca cuanto le rodea. El preciado regalo llegará de Japón, auténtico paraíso para representar cualquier elemento que se salga de lo convención, y su propietario encontrará en él la satisfacción de sus sueños mientras García Berlanga da rienda suelta a su gusto por la búsqueda del lado oscuro.
“FLOR DE CACTUS” DE GENE SAKS
DIRECCIÓN: Gene Saks
INTÉRPRETES: Walter Matthau, Ingrid Bergman, Goldie Hawn, Jack Weston, Rick Lenz, Vito Scotti, Irene Hervey, Eve Bruce, Irwin Charone, Matthew Saks
FOTOGRAFÍA: Charles Lang
MÚSICA: Quincy Jones
NACIONALIDAD: Estados Unidos
DURACIÓN: 103 min.
Hay frases que acompañan a la historia del cine desde casi su nacimiento. Afirmaciones como “yo voy al cine a pasármelo bien” o “ya no se hacen comedias como las de antes”, que en una vertiente más cinéfila llevaría a comparar a Billy Wilder con Dios, son un buen ejemplo de ellas. Dejando a un lado la discutible veracidad de ambas declaraciones la realidad es que hay películas que parecen “gustar a todo el mundo”.
Flor de Cactus de Gene Saks cumple con todos los preceptos anteriores. Es una comedia de antes, concretamente de 1969, y está hecha al modo de las de Billy Wilder (la historia fue escrita por uno de sus colaboradores habituales I.A.L. Diamond con quien Wilder trabajó en guiones como Con faldas y a lo loco, El apartamento o Primera plana). Y si de lo que se trata cuando se habla de pasárselo bien es de sonreír y de reír, un tanto por ciento muy elevado de espectadores estará de acuerdo en que Flor de cactus es una película que cumple ambos requisitos y que “se puede recomendar”.
Basada en una obra de teatro francesa, Flor de Cactus transcurre durante buena parte de su metraje en la consulta de un dentista, la del doctor Winston, una especie de play boy con una curiosa filosofía de la vida que da un giro de ciento ochenta grados al tópico del hombre casado que esconde su alianza. El doctor Winston es todo lo contrario. Se trata de un hombre maduro, soltero y que se crea una supuesta familia para eludir los compromisos que pudieran surgir de sus múltiples y breves relaciones. Interpretado por Walter Matthau (otro habitual de Wilder), el dentista “mentiroso” acabará por caer en su propia trampa y tendrá que inventarse una vida con esposa y tres hijos si no quiere defraudar a su última conquista, una jovencísima Goldie Hawn que está dispuesta a todo por él.
Pero ¿quién o qué es la flor de cactus en toda esta historia? Pues una metáfora personificada en el personaje que interpreta Ingrid Bergman, Stephanie Dickinson, una enfermera sueca que trabaja hace muchos años con el doctor Winston y sobre cuya mesa descansa una pequeña y lánguida planta de cactus que irá mejorando de aspecto conforme la película se vaya acercando a su desenlace. La señorita Dickinson está enamorada de su jefe y éste no se ha dado cuenta de que, con el paso de los años, se ha hecho imprescindible tanto en su vida como en su consulta. Demasiado ocupado en sus aventuras, el doctor Winston tardará en descubrir que algunos cactus dan flores.
La película de Saks, además de una comedia romántica supone todo un paseo por la estética de los años sesenta. La música, la forma de vestir, los decorados de interiores y, por supuesto, la consulta de un dentista norteamericano como el doctor Winston. Matthau se maneja con el instrumental como un auténtico odontólogo y Bergman es capaz de realizar radiografías a sus pacientes como si hubiera estudiado para ello. Goldie Hawn, que empezaba en el cine con esta interpretación, consiguió con Flor de Cactus un Oscar a la Mejor Actriz de Reparto. Su estilismo, propio de unos años 60 hippies y coloristas, se une a otros detalles característicos de aquel tiempo como las versiones de los Monkees o el impagable baile que inventa Ingrid Bergman, siguiendo los movimientos de la extracción de una muela, durante su noche estelar en una discoteca repleta de lámparas Tiffany (un objeto que, por cierto, tiene su nexo de conexión con la odontología ya que uno de sus mayores coleccionistas fue el doctor Egon Neustadt, un ortodoncista que compró cientos de ellas y montó una valiosa colección).
La vida secreta de un dentista (The Secret of Dentists)
AÑO: 2002
DIRECCIÓN: Alan Rudolph
INTÉRPRETES: Campbell Scott, Hope Davis, Denis Leary
FOTOGRAFÍA: Florian Ballhaus
MÚSICA: Gary DeMichele
NACIONALIDAD: EE.UU
DURACIÓN: 104 min
Dave Hurst y su esposa Dana, comparten una consulta de dentistas. Ambos han alcanzado los sueños que compartieron en la universidad: tienen tres hijos maravillosos, el trabajo que les gusta y un apacible hogar. Dana es soprano amateur y participa en un coro. En una de sus actuaciones Dave le descubre en una situación algo ambigua con un hombre. Pronto los celos provocarán alucinaciones.
360: Juego de destinos
DIRECCIÓN: Fernando Meirelles
INTÉRPRETES: Anthony Hopkins, Jude Law, Ben Foster, Rachel Weisz, Moritz Bleibtreu, Dinara Drukarova
FOTOGRAFÍA: Adriano Goldman
NACIONALIDAD: Reino Unido
DURACIÓN: 2012
En 1900 Arthur Schnitzler publicó una obra teatral titulada La Ronda. Se trataba de una historia coral cuyo contenido le acarreó bastantes problemas en la sociedad vienesa de la época porque tachaba de escandalosas las relaciones entre los personajes. Sin embargo, con el tiempo el esquema de La Ronda se convirtió en un modelo, a veces casi en una plantilla. Y es que Schnitzler, que había estudiado Medicina y que trabajó para uno de los maestros de Freud, proponía algo que el cine utilizaría muchas veces: los juegos cruzados de personajes cuyos destinos se van entremezclando e incluso superponiendo. Schnitzler presentaba a diez personajes, miembros de una serie de parejas algunas de las cuales se iban rompiendo y formando parte de otras hasta componer una cadena de relaciones que acababa cerrándose en sí misma.
En 1950 Max Ophuls levantó una de sus mejores películas sobre las huellas trazadas por Schnitzler. Con el mismo título que la obra teatral, La Ronda de Ophuls se representaba en un decorado artificial sobre el que la cámara se movía de unos personajes a otros en una especie de rueda de la vida donde un soldado conocía a una prostituta y tenía relaciones con una criada que a su vez caía en las redes de un señorito el cual mantenía un affaire con una mujer casada cuyo marido le era infi el con una modista enamorada de un poeta amante de una actriz a la que le gustaba un joven militar. Un resultado espectacular ratificaba la vigencia de la propuesta de Schnitzler.
Ha pasado más de medio siglo desde entonces y parece que La Ronda continúa. A Fernando Meirelles, un cineasta de origen brasileño que sorprendió hace unos años con una película titulada Ciudad de Dios y que se ha atrevido a adaptar a John le Carré (El jardinero fiel) e incluso a José Saramago (A ciegas), también le tentó esta especie de ruleta del destino. Con la obra de Schnitzler en la cabeza (aunque no en los títulos de crédito), y con el conocido guionista Peter Morgan firmando la historia, el cineasta brasileño ha dirigido 360. Juego de destinos (360, en el título original).
Los participantes en esta ronda del siglo xxi ya no son criadas, caballeros, poetas o soldados. En su lugar aparecen un ejecutivo, un mafioso, un guardaespaldas, un fotógrafo, un exconvicto, una prostituta, una estudiante, un dentista y su enfermera… y así hasta quince personajes. Lo que no ha cambiado con respecto al texto original es que seguimos estando ante un tratado sobre el amor y las relaciones humanas.
James Debbouze y Dinara Drukarova, los actores que interpretan al dentista de origen argelino y a su enfermera rusa, son dos de las piezas de este puzle en el que se enfrentan a la imposibilidad de su relación por motivos religiosos. El amor del dentista por la enfermera y de la enfermera por el dentista se pone de manifi esto en sus respectivas terapias. Allí es donde sabemos de un hombre enamorado de una misteriosa mujer con un gorro rojo y de una mujer que quiere dejar a su marido. Luego nos enteraremos de muchas más cosas; de que ella se llama Valentina y está casada con el guardaespaldas de un mafioso y que él es musulmán y su religión le prohíbe tener relaciones con una mujer casada. Y entre la aparición de la mujer del sombrero rojo y la determinante charla con el imán, una secuencia en la consulta donde ambos trabajan, donde ha surgido su amor platónico y donde acabará todo.
En La Ronda de Schnitzler todos los personajes mantenían relaciones al menos una vez. En la de Meirelles, no. Nuevos tiempos para una vida romántica globalizada en la que los dentistas también ocupan un lugar, que se mueve por cinco países diferentes, en la que sus protagonistas hablan siete idiomas y cuyo marco de relaciones se traza en tiempos de inestabilidad económica, de primaveras
árabes y del miedo al otro
Pura Vida
DIRECCIÓN: Migueltxo Molina y Pablo Iraburu
GÉNERO: Documental
FOTOGRAFÍA: Raúl de la Fuente
MÚSICA: Mikel Salas
NACIONALIDAD: España
DURACIÓN: 85 minutos
Entre el 19 y el 23 de mayo de 2008, en la cara sur del Annapurna, a casi ocho mil metros del suelo, dos hombres, Iñaki Ochoa de Olza y Horia Colibasanu, permanecieron en el interior de una pequeña tienda de campaña esperando un rescate que, pese a las complicaciones climatológicas y las dificultades para acceder hasta allí, terminó llegando, aunque para uno de ellos fuera demasiado tarde. Hasta catorce alpinistas de todo el mundo se movilizaron, y algunos incluso se jugaron la vida, para ayudar en un rescate peligroso y a contrarreloj.
Pura vida, dirigida por Pablo Iraburu y Migueltxo Molina, recoge el testimonio de los protagonistas de aquella expedición al Annapurna y de aquel rescate en el Himalaya. El título hace referencia a la expresión que solía utilizar Iñaki Ochoa de Olza, el montañero que falleció en aquella aventura, para explicar lo que experimentaba cuando se enfrentaba al reto de alcanzar la cima de una montaña.
El documental pone de manifiesto un sentimiento que comparten algunos montañeros de élite: “Las montañas no son estadios donde satisfacer nuestra ambición deportiva, sino catedrales donde practicar nuestra religión”. Se trata de una inscripción que puede leerse en el pequeño memorial budista dedicado a Anatoli Boukreev, un montañero admirado por Ochoa de Olza y que también falleció en la cara sur del Annapurna, once años antes que él.
Pero ¿quiénes son esos seres que se juegan la vida y se ponen a prueba una y otra vez tratando de alcanzar las cumbres más elevadas y los rincones más inhóspitos del planeta? La respuesta abarca personas tan variadas como geólogos, obreros de una fábrica, trabajadores de un desguace o dentistas. Todos ellos coinciden en señalar que lo que les diferencia del resto y les une entre sí es su pasión desaforada por la montaña. Una pasión que provoca un intenso contraste entre su vida cotidiana, más o menos convencional, y un apartado épico e incluso heroico cuando se aventuran a escalar las cimas más arriesgadas.
HORIA COLIBASANU
Horia Colibasanu responde perfectamente a ese modelo. Para quienes le conocen en Timisoara, su ciudad de origen, es un dentista de poco más de treinta años que vive con su mujer y su hijo en esta localidad rumana, donde hace ya bastante tiempo
nació una figura inolvidable del cine: Johnny Weissmüller, el mítico Tarzán. Pero existe otro Horia Colibasanu capaz de permanecer cuatro días junto a un compañero enfermo a más de siete mil metros de altura, aún sabiendo que en la montaña hay máximas como que a partir de una cierta altura no existe la piedad, que si pierdes la autonomía eres hombre muerto, que el Annapurna puede ser una trampa mortal o que cuando se atraviesa un punto no hay marcha atrás porque los helicópteros de rescate no pueden volar a cierta altura.
El dentista rumano desafió todos los preceptos de la montaña y, a través de contacto telefónico y por radio, puso en marcha la operación de rescate en la que se centra la película de Iraburu y Molina. Cuando llegó el relevo, Colibasanu emprendió el descenso que le salvaría la vida, y el montañero suizo Ueli Steck se quedó con Ochoa de Olza, hasta que murió.
Aquella tragedia no alejó al dentista rumano de la montaña y dos años más tarde volvió al mismo lugar, alcanzó la cumbre y vivió de nuevo duros momentos. Sin embargo, las dificultades no le han impedido afirmar: “Es difícil atender la consulta, asistir a congresos, entrenar e ir dos meses de expedición pero, si pudiera elegir, sería fácil, me decantaría por el alpinismo, porque sin la montaña no puedo vivir”.
Horia Colibasanu, dentista y alpinista, es uno de los protagonistas del documental.
ANIMAL KINGDOM
DIRECTOR: David Michôd
INTÉRPRETES: James Frecheville, Ben Mendelsohn, Guy Pearce, Jacki Weaver, Joel Edgerton, Luke Ford, Sullivan Stapleton, Dan Wyllie, Anthony Hayes, Laura Wheelwright, Mirrah Foulkes, Kieran Darcy-Smith
FOTOGRAFÍA: Adam Arkapaw
MÚSICA: Antony Partos
NACIONALIDAD: Australia
DURACIÓN: 112 minutos
Animal Kingdom cuenta la historia de Joshua “J” Cody (James Frecheville), quien, tras morir su madre, debe ir a vivir a Melbourne con sus tíos, con los que, hasta ahora, no ha tenido prácticamente ningún contacto. Será acogido por su abuela Smurf (Jackie Weaver). Aunque se adaptará rápidamente a su nueva vida, no tardará en descubrir que el mundo donde se mueve su familia es mucho más peligroso de lo que él podría pensar. Un policía, Nathan Leckie (Guy Pearce), debe convencer a “Jota” para que sea su testigo. Para sobrevivir, J deberá elegir qué lugar quiere ocupar dentro de ese submundo donde le ha tocado vivir.
La película se estrenó el año pasado en nuestras salas de cine precedida por numerosas nominaciones a los AFI –que son en Australia el equivalente a los Oscars–. También cuenta con una nominación a los Globos de Oro a Mejor Actriz Secundaria, para Jackie Wever, quien interpreta a la fascinante abuela de esta complicada familia. No podemos olvidar que, además, el filme recibió el Premio del Jurado en la última edición del Festival de Sundance. La ópera prima de David Michôd entusiasmó al público en el Festival y en nuestro país ocupó un lugar muy digno en una cartelera a menudo llena de películas aburridas, tontas, previsibles y vacías.
RECOMENDABLE
Estos premios me prometían pasar una buena tarde de cine. Sin embargo leí varias críticas bastante negativas sobre la película, así que fui cargada de dudas. Pero tocaba, ya era hora, disfrutar de cine, así que de verdad quiero recomendaros esta película que a mí me ha fascinado, aunque sigo sin llegar a captar muchos de los mensajes, apenas pinceladas, que nos da su director.
En cuanto al tema dental, que es al fin y al cabo el tema de este artículo, hay que estar atentos al final de la película. En una plácida escena donde la abuela de nuestra historia charla tranquilamente con una vecina, se oye de fondo la voz del presentador de un programa. Nuestro personaje dice la siguiente frase. “Los directivos de esta cadena deberían cuidar más al presentador. No tiene los dientes en su sitio. No lo hace mal, pero tiene una boca repugnante”.
Esta frase, dicha así, sin que tenga mayor trascendencia en la película, ya que pretende reflejar sin más una conversación trivial entre dos mujeres que están mirando un programa distraídamente, me hace pensar que lo mío no es deformación profesional. Hay que tener en cuenta además que los personajes que hablan no los sitúa el guión en una clase acomodada, sino en una familia de delincuentes bastante marginal, y esto da aún mayor peso al comentario.
Personalmente siempre me fijo, sin quererlo, en los dientes de los que me rodean. Una boca descuidada puede dar mala impresión cuando se trata de gente “normal”, gente de la calle, pero son personas que no viven de su imagen. Sin embargo, un presentador o cualquier personaje público debería cuidar sus dientes. Y no lo digo yo que soy dentista… Esas palabras las coloca el guionista en la boca de una ciudadana de a pie, aunque de normal no tenga más que la fachada, ¡porque la abuelita es de armas tomar!