Cine, Dientes y Dentistas

Web sobre la relación del cine con los dentistas, los dientes y el mundo de la odontología


VII Edición del Festival de Cine y Dentistas de Navarra

20,00 h. Miércoles, 6 de febrero de 2019

la mujer preferidaLa mujer preferida (1933)

Biff Grimes es el dentista de un pueblo de Estados Unidos. Él y su amigo Snappy se encuentran en la consulta recordando viejos tiempos, mientras se toman una copa y Biff repasa los detalles de una dentadura postiza. Entre sus recuerdos surge el nombre de una mujer: Virginia, la chica de la que Biff se enamoró y que finalmente, acabó marchándose con un antiguo amigo: Hugo Barnstead. Después de mucho tiempo Hugo y Virginia han regresado al pueblo y, casualmente, él tiene un terrible dolor de muelas que le llevará a la consulta de Biff.


Asesinato en el oriente express

Título original: Murder on the OrientExpress; Año: 2017; Duración: 116 minutos;
 País: Estados Unidos; Dirección: Kenneth Branagh; Guión: Michael Green 
(Novela: Agatha Christie); Reparto: Kenneth Branagh, Penélope Cruz, Willem Dafoe, 
Judi Dench, Johnny Depp,Michelle Pfeiffer, Daisy Ridley, Josh Gad, Tom Bateman,
 Derek Jacobi,Manuel García-Rulfo, Leslie Odom Jr., Lucy Boynton, Sergei Polunin,Olivia Colman, 
Miranda Raison, Chico Kenzari, Ziad Abaza. 

¿En 1934, la escritora británica Agatha Christie (cuyo nombre auténtico era Agatha Mary Clarissa Miller), escribió una historia titulada Asesinato en el Orient Express. La verdad es que, a lo largo de su vida, escribiría sobre muchos asesinatos: Asesinato en Mesopotamia (1936), El asesinato de Roger Ackroyd  (1926), Asesinato en el campo de golf (1923) e incluso Un asesinato dormido (1976), cuya publicación no pudo ver la propia autora que murió en 1976. Pero el asesinato que se hizo especialmente famoso fue el cometido en medio de un viaje en el tren que unía Estambul con París, el célebre Orient Express. 

    Agatha Christie ocupa un lugar en el libro de los records por ser la novelista que más libros ha vendido: dos mil millones de copias. Pero, la escritora británica no solo vendió libros sino que además creó personajes como Miss Marple o Hércules Poirot, una dama británica con una especialidad habilidad para resolver misterios y un detective belga meticuloso y un tanto excéntrico. ¿Qué llevó al actor y realizador Kenneth Branagh a querer dirigir una adaptación de Asesinato en el Orient Express y convertirse él mismo en Hercules Poirot? La respuesta la ha dado Branagh en alguna entrevista: “a los dos nos atraen las cosas ordenadas”. Y, aunque no lo ha dicho, seguro que también le interesa ese aspecto un tanto histriónico y extremadamente exagerado que le ha permitido componer un personaje del que, quienes le conocieron en la ficción llegarían a decir: “una mota de polvo le habría causado más dolor que una herida de bala”. Así era Hércules Poirot.

    Con Branaghdelante y detrás de la cámara, y un plantel de actores de distintas nacionalidades como Johnny Depp, Willem Dafoe, Penelope Cruz, Judi Dench, Michelle Pfeiffer o Derek Jacobi…, Asesinato en el Orient Express tiene también un recuerdo para los dentistas. El afectado por un problema dental es Edward Beddoes, el mayordomo de Edward Ratchett, el terrible hombre de negocios en cuya vida parece difícil encontrar algo positivo. Derek Jacobi interpreta a este típico sirviente inglés que se pliega a los deseos de su jefe, incluso para ir al dentista: “Tengo una extracción en Londres esta semana. El señor Ratchett se cansó de oír mis quejidos”, le cuenta a Poirot cuando éste ya ha empezado a investigar el asesinato que da título a la obra. 

    Pero el mayordomo sabe que detrás de lo que parece un simple dolor de muelas se oculta algo mucho más grave. Mientras Poirot le interroga,él le confiesa que su problema no se soluciona con una visita al odontólogo. “Lamento su dolor de dientes” se solidariza el detective que ahora sabe, además, que el mayordomo no tiene nada que perder.

    ¿Inventó Branagh el tema del dolor de dientes o ya aparecía en la novela? La respuesta está escrita por la propia Agatha Christie cuando escribe cómo Poirot se dirige al mayordomo de la novela: “Entonces se fue a la cama y se durmió” “Me fui a la cama pero no me dormí” ¿Por qué no se durmió” “Porque tenía dolor de muelas” “Oh la la, eso es doloroso” “Muy doloroso, sí” “¿Y qué hizo?” “Apliqué un poco aceite de clavo, señor, que me alivió un poco el dolor. Pero no podía dormir. Encendí la luz, me incorporé y continué leyendo para tener mi cabeza distraída”. No es la única vez que en la novela se hace referencia a ese dolor de muelas del mayordomo que llega a convertirse en una pequeña coartada para alguno de los sospechosos. Y es que a Agatha Christie le interesaba el tema de los dentistas, no por casualidad en 1941 escribió La Muerte Visita al Dentista, y allí también estaba Hercules Poirot. 


En realidad, nunca estuviste aquí

 

Título original: You Were Never Really Here; Año: 2017; Duración: 95 minutos; País: Reino Unido; Dirección: Lynne Ramsay; Guión:Lynne Ramsay (Novela: Jonathan Ames); Intérpretes: Joaquin Phoenix, Alessandro Nivola, John Doman, Judith Anna Roberts,Alex Manette, Ekaterina Samsonov, Kate Easton, Jason Babinsky, Frank Pando,Ryan Martin Brown, Scott Price, Dante Pereira-Olson, Jonathan Wilde,Leigh Dunham, Vinicius Damasceno.

Como directora, escritora y productora Lynne Ramsay es originaria de Escocia y comenzó en el mundo del cine en 1999. Desde entonces ha dirigido cuatro largometrajes: Ratcatcher (1999), ambientada en Glasgow y que habla sobre un niño de doce años que carga con la culpa de la muerte de un amigo ahogado en el río; Morvern Callar (2002) acerca de una joven cuyo novio se acaba de suicidar y al que suplanta firmando su novela antes de enviarla a un editor; Tenemos que hablar de Kevin (2011) protagonizada por un adolescente que se encuentra en la cárcel tras haber cometido un crimen y centrada en los recuerdos que su propia madre va desgranando mientras trata de entender cómo ha llegado hasta el punto en el que se encuentra; y En realidad, nunca estuviste aquí (2017).

  Esta última película de Ramsay está basada en una novela corta escrita en 2013 por Jonathan Ames, un escritor neoyorquino en cuya vida profesional,previa a la literatura,él mismo menciona una serie de actividades que van de su experiencia como modelo, a un trabajo como extra en una película porno e incluso una temporada conduciendo un taxi. Posiblemente de todas estas experiencias pudo sacar nutrientes para novelas como En realidad, nunca estuviste aquí, que se mueve en los sórdidos ambientes de una gran ciudad siguiendo los pasos de un personaje extremo. Joe, el protagonista de la novela y de la película, es un exmarine que ha trabajado para el FBI, que vive con una madre enferma y que se dedica a resolver “encargos”, el último de los cuales consiste en recuperar a una niña angelical de manos de una mafia de explotación.

  Los flash backs acompañan toda la trama y funcionan para permitir que el espectador entre en la cabeza de Joe y sepa de su pasado: su infancia repleta de violencia, de una vida en la que ha sufrido la agresividad de la guerra en un país lejos del suyo y de las mafias y los delincuentes en su propio entorno. Así que Joe, que es un hombre que no habla demasiado, es esa persona capaz de sacarse a sí mismo un diente sin pensárselo dos veces, aunque esto le lleve a pasar prácticamente media película con un enorme flemón que, posiblemente, le resulta más molesto de lo que pueda parecer, aunque no lo explicite en ningún momento. La secuencia no estaba en el guión original pero resultaba altamente dramática y le aportaba a ese personaje tan poco comunicativo la evidencia de que era un tipo realmente duro y autosuficiente.

  La película de Ramsay crea para Joe un entorno en el que no le preocupa evidenciar su paralelismo con películas ya clásicas, como Psicosis de Alfred Hitchcock. En el espacio en el que habita la madre del protagonista no faltan referencias al autor de Los pájaros. Pero Joe no es Norman Bates, aunque viva también en un mundo aislado y le persigan los fantasmas del pasado. Joe, y así lo muestra incluso el cartel de la película, es un rescatador de aquello que queda cuando han pasado todas las tormentas. La actrizEkaterina Samsonovda vida a esa niña en la que se personifican los restos de ese naufragio contemporáneo. Y Joe, ese hombresufrido que es capaz de extraerse sus propias piezas dentales, está ahí para recogerlos. El hecho de que sea capaz de hacerlo con su cara deformada por un enorme flemón no hace sino convertirlo en un auténtico resistente y sufridor. No se trata de un héroe ni mucho menos de un superhéroe, sino de alguien que carga con sus propias cicatrices. “Un Jorobado de Notre Dame o la Bestia, no James Bond”, ha dicho de él Lynne Ramsay.


LICHT

Título original: Licht; Dirección: Barbara Albert; Intérpretes: Susanne Wuest, Maria-Victoria Dragus,
 Devid Striesow, Stefanie Reinsperger,Sascha Merényi, Sascha Merényi, Julia Pointner, Lukas Miko, 
Theresa Martini, Attila Beke; Año: 2017; País: Austria; Duración: 90 minutos

¿El cine de época tiene una serie de dificultades relacionadas no solamente con los altos presupuestos sino también con la capacidad de profundizar en los matices de un tiempo que no hemos conocido si no es a través de elementos como la música, la literatura, el arte o la ciencia. De todo esto hay un poco, o un mucho, en la película de la directora austríaca Barbara Albert, Licht.

Desde el comienzo esta “Luz, traducción del título alemán, nos pone sobre aviso de que lo que vamos a ver está basado en hechos reales. La primera imagen que aparece es el rostro de una chica con un importante problema en sus ojos, que interpreta una pieza al piano ante un auditorio sorprendido de su capacidad y que manifiesta su compasión ante la virtuosa joven ciega.
  A partir de ahí Licht se introducirá en una época de la vida de Maria Theresia (Resi) Paradis, una mujer que compartió amistad con Mozart y que fue bastante conocida en la Viena del siglo XVIII. Antes de llevarse al cine, el relato en torno a esta intérprete y compositora que perdió la vista cuando era una niña y que se refugió en el mundo de la música, se narró en forma de novela de gran éxito escrita por Alissa Walser y titulada Mesmerized.
  Pero Licht no es solo el biopic de una joven ciega capaz de conmover a la sociedad vienesa de los Habsburgo con sus interpretaciones, sino que también habla de ciencia. En 1777, cuando transcurren los acontecimientos, la sociedad europea estaba ansiosa por descubrir y salir de muchos territorios oscuros. Y es ahí donde Mademoiselle Paradis se convierte en conejillo de indias para una serie de doctores milagro. El primero del que se nos habla probó con ella unos cuantos  despropósitos que casi acaban con su vida y que le dejaron secuelas, el segundo experimentó con un método bastante polémico y discutido. La cuestión es que la ciencia, como la música, comienza a ocupar los lujosos salones y a convertirse en una cuestión casi de estado. Y en esta carrera por destacar y demostrar la valía de cada profesional, todo parece valer.
  El mundo de Theresia Paradis, en el que su madre y su padre son sus referentes y su música su único refugio, cambiará cuando entre en la residencia del doctor Franz Anton Mesmer, que acepta el reto de tratar de devolverle la vista. En ese lugar se plantean muchas preguntas y se experimenta a base de pruebas y errores. No es demasiado extraño que en las cocinas del enorme edificio los criados también se hagan preguntas. Y algunas de esas cuestiones tienen que ver con la situación en la que se encontraba la salud dental en ese tiempo. Cuando una de las cocineras plantea la posibilidad de que la gente lleve dentaduras postizas, alguien matiza que se fabrican algunas de madera e incluso una persona cuestiona inocentemente si esos dientes falsos también crecen. Entre aspavientos y exclamaciones todos parecen inmersos en un mundo que poco a poco irá acercándose a la luz de los descubrimientos. La práctica de utilizar piezas dentales postizas es muy anterior al tiempo del que habla la película, pero fue en 1770 cuando se comenzaron a fabricar dentaduras de porcelana de una sola pieza y, algunos años más tarde, se patentó el invento. No es de extrañar pues que la pregunta estuviera en la calle y que la gente se viera sorprendida ante el hecho de que pudieran disponer de un aparato con el que era posible volver a disfrutar de dientes, aunque no fueran auténticos.
  Esa luz de la que disfrutará también Theresia es la que busca una sociedad aprisionada por las convenciones, los corsés, las normas, la falta de higiene, las diferencias de clases, las rígidas pelucas y las estructuras políticas y sociales. Y entre tanto oscurantismo y tanta norma la aparición de una solución para los problemas dentales surge como una preocupación que se instala no solo entre la alta burguesía sino también entre las clases más bajas. Así fue como la ciencia y los nuevos inventos fueron ocupando su lugar en toda la sociedad y cómo la odontología mejoró la vida de mucha gente.


Inmersión

Título original: Submergence; Dirección: Win Wenders; Intérpretes: James McAvoy, Alicia Vikander,
 Alexander Siddig, Celyn Jones, Reda Kateb,Mohamed Hakeemshady, Clémentine Baert,
Harvey Friedman, Matthew Gallagher,Godehard Giese, Andrea Guasch, Alex Hafner, Jess Liaudin,
Adam Quintero,Jannik Schümann; Año: 2017; Duración: 111 minutos; País: Alemania;
 ¿Los dos protagonistas de Inmersión de Wim Wenders, tienen cometidos muy diferentes en la vida, aunque en el fondo ambos están buscando soluciones a dilemas que suelen atormentar al género humano. Ella es biomatemática, y está empeñada en demostrar que, de las profundidades marinas, de una de esas zonas en las que solo hay oscuridad y que permanecen inexploradas, es de donde podrían sacarse la respuesta a muchas de las preguntas que los humanos  se hacen en torno a la vida en el planeta. Él es un espía que quiere combatir el yihadismo y para ello no duda en jugarse la vida en una arriesgada misión en Somalia.

  Interpretados por Alicia Vikander y por James McAvoy, los dos personajes se conocen en un idílico rincón al lado del mar, en la costa atlántica francesa, poco antes de que ambos, cada uno por su lado, vayan a emprender dos arriesgados retos. El lugar se convierte para ellos en un refugio, en un espacio neutral junto al mar en el que cada uno expone al otro sus inquietudes y sus deseos, como si fueran los dos únicos seres que quedan sobre el planeta y se encontraran buscando la supervivencia de la especie. El amor que surgirá entre ambos no va a detener sus cometidos y pronto ella se sumergirá en las profundidades del mar hasta ese sitio peligroso, y hasta entonces desconocido, del que es posible que no regrese, y él se infiltrará en un  grupo terrorista en una misión de la que también es probable que no haya retorno.
Wim Wenders, el director de títulos como París Texas, La sal de la tierra, Buena Vista Social Club o Pina, ha elegido esta vez una novela del periodista y escritor J.M. Ledgard para componer su última película.
  En la historia de James y Danielle, los nombres de los dos personajes en los que se centra Inmersión, aparece un elemento que llama especialmente la atención. Se trata de una prótesis dental de la que el espectador tendrá noticia cuando el joven James acepte el cometido de adentrarse en territorio enemigo con las manos vacías, y la mentira de que a lo que se dedica es a la ingeniería hidráulica y no al espionaje. Antes de presentarse ante los terroristas como ese ingeniero occidental que pretende ayudar a los africanos a resolver sus problemas con el agua,  se colocará sobre su propia dentadura tres dientes postizos, uno de los cuales alberga un diminuto localizador.
  A su llegada a Somalia James será desposeído de cualquier objeto que posea y su único contacto con el exterior se limitará, a partir de entonces, a ese artilugio instalado dentro de una de las piezas dentales postizas, del que nadie tendrá que notar su existencia. La dentadura se convierte así en el escondite perfecto. ¿Cómo podría ocultar algo un prisionero, un hombre torturado y sin posibilidad de disponer de nada, que en todo momento aparece sometido a los deseos de los terroristas? Pues en una pieza dental que encaja perfectamente con las suyas propias y que no llamará la atención de nadie ya que se mimetiza perfectamente como si fuera una parte más de su organismo.

Hasta el final de Inmersión ese localizador oculto permanece en la mente del espectador como algo que ha visto cuando James se lo ha instalado y que se pregunta en qué momento volverá a aparecer. Mencionar el uso que finalmente se va a hacer de él nos llevaría al territorio de los spoiler. Únicamente adelantar que el objeto se convierte en un elemento determinante  de la trama y que el papel de juega será fundamental en la suerte que corra ese espía infiltrado en territorio enemigo, sin nada en su poder y con una particular y poderosa prótesis dental en su boca..


Tres anuncios en las afueras

Título original: Three Billboards Outside Ebbing, Missouri ; Dirección Martin McDonahg;
Intérpretes: Frances McDormand, Woody Harrelson, Sam Rockwell, Caleb Landry Jones,
Lucas Hedges, Peter Dinklage, John Hawkes, Abbie Cornish, Brendan Sexton III,
Samara Weaving, Kerry Condon, Nick Searcy, Lawrence Turner, Amanda Warren
;
  Año: 2017Duración: 112 min.; País: Reino Unido

Consiguió el Premio del Público en el festival de Toronto y en el de San Sebastián, nominada a 7 Oscar, ( de los cuales se alzó con dos), logró también el premio al Mejor Guión en el Festival de Venecia, y sigue recibiendo premios y, sobre todo, el interés del público. Las afueras a las que se refiere la película de Martin McDonagh se encuentran antes de llegar a Ebbing, una ciudad imaginaria creada por el realizador para dar rienda suelta a su idea de la América profunda. En realidad Tres anuncios en las afueras está rodada en Sylva, una localidad de Carolina del Norte donde no falta esa gran calle central en la que está ubicada la comisaría, donde transcurre una parte de la acción, y por la que transita con seguridad y desenfado la protagonista de esta historia, Mildred, interpretada por Frances McDormand.

Todo en Tres anuncios en las afueras transcurre con tranquilidad, casi la misma que se han tomado las autoridades para no resolver el caso de una chica de la localidad violada y asesinada siete meses antes. Por eso Mildred, la madre de esa joven, cansada de esperar, decide hacer su propia llamada de atención recriminando a las autoridades, que parecen haberse olvidado del caso, a través de tres enormes carteles publicitarios que se encuentran a la entrada del pueblo. Y es entonces cuando saltan todas las alarmas y cuando se descubre la ineptitud del sistema, la fortaleza de algunas personas, la hipocresía de otras, la manipulación, el valor y tantos y tantos sentimientos que McDonagh ha sabido contar dando prueba del gran dramaturgo que sigue habitando tras el realizador de cine que es actualmente.

Uno de los momentos fundamentales del filme tiene que ver con la toma de posicionamiento del pueblo ante la acción de Mildred. Y ahí se encuentran desde el sacerdote de la localidad hasta el dentista. Para el primero, la madre coraje no tiene más que palabras de desprecio y ante el segundo protagonizará una secuencia difícil de olvidar. Y es que Geoffrey, el dentista de Ebbing, un hombre obeso y con aspecto un tanto desaliñado, está más atento al que dirán que a hacer un trabajo profesional. Cuando Mildred se sienta y le habla de un problema con una pieza dental el dentista solo plantea la extracción. Ella le sugiere que lo mire, pero él insiste. Tampoco parece tener mucho interés en utilizar anestesia pero, ante la petición de la paciente, accede. Lo que Mildred no aguanta, aún con la boca dormida, es que Geoffrey, con la turbina en funcionamiento en la mano, le hable de la cantidad de buenos amigos de Willoughby (Woody Harrelson), el sheriff de la localidad, que estarían dispuestos a defenderle de personas como ella que solo quieren acabar con la armonía y la paz reinante en el pueblo. Ante eso la actitud de la paciente consiste en arrancarle la citada turbina y aprovechar para hacerle un agujero en el dedo pulgar perforándole la uña, antes de salir por la puerta con la boca aún dormida y dejando al odontólogo dando gritos de dolor. Todavía durará el poder de la anestesia cuando Willoughby, la encuentre en el bar y le pregunte por lo sucedido. “¿Hiciste un agujero en el pulgar de ese gordo?” “Su mano resbaló y se hizo el agujero”. El diálogo entre ambos se cierra con la afirmación categórica por parte de él: “No me gustan los dentistas. A nadie le gustan los dentistas”. Woody Harrelson da vida a uno de los personajes más intensos de la historia, junto con el de Frances McDormand; ambos habitan en una realidad inamovible, a pesar de sus esfuerzos.

Tres anuncios en las afueras no es una película de buenos y malos, ni siquiera de justos o injustos, pero sí habla de maldad y también de buenos sentimientos cubiertos por muchas capas de mediocridad o de impotencia. Los enormes y llamativos anuncios de Mildred son en realidad una llamada de atención ante ese adormecimiento social que, en esta ocasión, ha aturdido a un pueblo inexistente pero, en muchos aspectos, real.

 


Muchos hijos, un mono y un castillo

 Título original: Muchos hijos, un mono y un castilloAño:2017Duración: 90 minutos;
País: EspañaDirección: Gustavo Salmerón; Guión: Gustavo Salmerón, Raúl de
Torres,
 Beatriz Montáñez; Reparto:
Documentary, Gustavo salmerón,
Julia Salmerón
Productora:
Sueños Despiertos

Todo empezó, lo cuenta la protagonista principal de esta historia Julita Salmerón, con la búsqueda de una vértebra. En concreto la de su abuela, bisabuela a su vez del realizador de este documental, Gustavo Salmerón. El problema es que el hueso, que en su día se guardó con sumo cuidado en una caja, a la hora de empezar a rodar se encontraba perdido entre miles de objetos de todo tipo y condición. A la vista de todo lo que viene a continuación, lo cierto es que el proyecto podía haber comenzado con la búsqueda de una dentadura postiza, porque también aparece una en este hogar en el que los toques surrealistas están inmersos en medio de un síndrome de Diógenes cultivado durante décadas por una singular familia.

El documental resulta excepcional desde su propio título, pero es que los deseos de Julita Salmerón fueron desde siempre tener muchos hijos, poseer un mono y ser la dueña de un castillo. Y al final, consiguió los tres, porque fue madre de seis criaturas, llegó a vivir con un pequeño simio del que al final tendría que deshacerse, ya que no era tan cariñoso y pacífico como había soñado, y logró heredar un castillo, aunque tampoco esto les duraría para siempre y lo único que al final conseguiría sería tener muchos más objetos para conservar el día que tuvieron que deshacerse de aquella enorme propiedad.
Gustavo Salmerón, que ha trabajado como actor en numerosas películas  (Remake, Reinas, Asfalto…) y que ha dirigido algún cortometraje y un par de documentales, no ha dejado pasar esa oportunidad que le daba el pertenecer a una saga familiar tan peculiar y, sobre todo, el tener una madre capaz de colocarse ante una cámara como si lo hubiera estado haciendo toda la vida, de abrir sin pudor los armarios de su casa para que los espectadores conozcan lo que hay en su interior y de contar desenfadadamente esas historias personales que, habitualmente, suelen pertenecer al ámbito de los amigos y familiares. Precisamente es en ese contexto donde, seguramente, sería hasta ahora de sobra conocida la aventura que le ocurrió a Julita aquella vez que fue a tomarse un café y, preocupada como ha estado desde hace años por el exceso de peso, decidió utilizar sacarina en lugar de azúcar.  Su sorpresa fue que en aquel sabroso café apareció un diente y que lo que parecía un imperdonable fallo del establecimiento tenía que ver en realidad con aquella pequeña cajita de la sacarina que contenía los dientes de leche de sus niños y no un sucedáneo del azúcar. Aquella costumbre seguramente no era exclusiva de la familia Salmerón, ya que en algunos hogares se guardaban durante algún tiempo los pequeños dientes de leche de los retoños, seguramente tras habérselos arrebatado al ratoncito Pérez. Pero en el caso de Julita la caja de los dientes de leche pasó a engrosar el archivo familiar y a protagonizar una más de las aventuras que ha vivido por culpa de su afán de conservación.
Vértebras, dentaduras, postizas, dientes de leche…  el síndrome de Diógenes sobre el que bromea Julita Salmerón incluye la conservación de elementos tan personales como esos. Todos debidamente guardados en cajas, algunas de las cuales llevan su correspondiente letrero indicando el contenido, y que vivían apiladas en habitaciones sin uso posible, hasta que Gustavo Salmerón los ha descubierto con la excusa de este trabajo que, en la edición de los Goya 2018, se hizo con el Premio al Mejor Documental.